El Acueducto de Los Remedios, obra virreinal que cumplió 300 años, aún no es declarada obra arquitectónica por el Instituto Nacional de Antropología (INAH);  en tanto cientos de personas lo utilizan como puente peatonal para desafiar su temor a las alturas y lograr un equilibrio a casi 20 metros de altura, sin protección, caminando por encima de 50 arcos.

“Los Arcos”, el acueducto centenario que fue terminado en 1714, es una de  las estructuras virreinales más expuestas del Valle de México, bajo la cual cruzan cientos de autos y camiones, que pueden golpear sus columnas; sus muros son grafiteados,  incluso orinados y  además es el puente peatonal de colonos de la zona popular, que lo utilizan para acortar distancias y desafiar a las alturas.

Rebeca López Mora, historiadora y académica de la UNAM, señaló que aún está pendiente que el Instituto Nacional de Antropología e Historia catalogue el Acueducto de Los Remedios, como monumento arquitectónico o al menos autoridades estatales y municipales emprendan un programa de cuidado y rescate y preservación de esta obra virreinal.

El Virrey de Guadalcázar ordenó la construcción del Acueducto de Los Remedios y de sus dos torres entre los años 1612-1621, según consigna la Enciclopedia de México.

Sin embargo entre los dos caracoles y el acueducto en las últimas décadas gobiernos locales, permitieron la construcción de un mercado y de un pozo de agua, que afectan este conjunto arquitectónico colonial e incluso vecinos de la zona han impedido la construcción de una gasolinera.

La historiadora, Rebeca López Mora afirmó que el Acueducto,  llevaba agua proveniente de un ojo de agua de San Francisco Chimalpa al Santuario de Los Remedios, obra que  llegó a formar parte del sistema de abasto de la Ciudad de México en 1714.

Adrenalina y desafío en las alturas

“Sientes presión, vértigo, sensación de que vas a caer... pero el paisaje verde del bosque vale la pena”, afirmó Vicente Hernández, de oficio herrero quien como paseo dominical recorre el acueducto para llegar a oír misa al Santuario de Los Remedios.

“Siento que las piernas me tiemblan”, de caminar por encima de los 50 arcos, afirmó María de La Luz, quien pese a su temor a las alturas cruzó caminando por la estructura virreinal.

Eufrosina, caminó con sus hijas y su perro, por el acueducto el cual usa como puente para ir de Chamapa a Los Remedios, a casi 20 metros de altura por el canal que hace 300 años condujo agua.

cfe

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