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“Te voy a violar como a una perra”

Germán N se dio a conocer el 11 de agosto, con aspecto descuidado y ropa sucia, su rostro se difundió cuando 9 perros fueron rescatados del maltrato y la zoofilia a la que los sometía en Iztacalco.

Un grupo de rescatistas independientes, vecinos e, incluso, una diputada constituyente electa, habían decidido rescatar a los canes del infierno en que vivían: golpes, casi sin alimento, enjaulados y abusados sexualmente.

Un operativo discreto de Brigada Animal los liberó. No hubo detenidos. De acuerdo con los vecinos, Germán tenía más de 30 años torturando y violando animales.

Por las noches, los ladridos de los animales, sus quejidos, hacían imposible dormir. Algunos se cambiaron de casa, otros lo enfrentaron en los tribunales sin éxito.

“Te voy a violar como a una perra” le gritó a una de las vecinas que se atrevió a decirle que por las noches se oían los quejidos de los perros cuando los violaba.

La última vez que alguien peleó con él fue el pasado 22 de agosto: quería que le devolvieran a los canes, insultó y amenazó, frente a un patrullero, a una vecina y su hija. Se levantó el acta ante el juzgado correspondiente.

El 25 de agosto, 15 días después del rescate, personal de la Procuraduría capitalina le notificó que debía presentarse ante un juzgado.

Los vecinos lo vieron salir y arrancar el papel. Un día después, el viernes 26, salió con una maleta y no lo han visto desde entonces.

“Esto no se va a quedar así, es sólo el inicio”

Azucena Barrera, quien tiene la custodia de los perros, y el grupo de rescatistas independientes conocieron sobre el abusador de animales en julio, a través de redes sociales, con la historia de Azúcar.

La perrita fue salvada por María Letepichia y Mishelle Recamier en abril, luego que ellas confrontaran al maltratador.

Con desnutrición, golpes y lesiones perianales era evidente que el animal había enfrentado malos tratos pero cuando la llevaron al veterinario les confirmaron que la perra había sido abusada sexualmente.

Tras la agresión de Germán y con el parte veterinario, María denunció en abril el caso y se integró la carpeta de investigación CI-FEDAPUR/DA-1/UI-3 S/D/00072/04-2016 por “delitos cometidos por actos de maltrato o crueldad en contra de animales no humanos, causándole lesiones que ponen en peligro la vida del animal”.

María se dio cuenta que al interior del domicilio había más animales, por lo que regresó varias veces al lugar, aún con miedo de volver a ser agredida, para ver si podía salvar otro.

Durante las horas de espera, María comenzó a hablar con los vecinos. El sujeto tenía un historial violento.

Ganó su confianza y ellos le mostraron actas por agresiones, citatorios a los que nunca acudió y que se quedaron en los archivos de los juzgados cívicos, como el expediente IZC-01/2009/Q035572.

Germán acusó a uno de sus vecinos ante el Juzgado Cívico Iztacalco 1 por dejar “escombros” frente a su casa. Durante su defensa jurídica, el vecino aclaró que se trató de un bote de yogur con algo de mezcla que había preparado para colocar dos azulejos y que sin querer se quedó entre las dos casas.

Tanto el vecino como su esposa sufrieron agresiones por ese bote en repetidas ocasiones, denunciaron la presencia de los animales, el maltrato al que eran sometidos y las condiciones insalubres en las que vivía Germán.

María cuenta que como ellos, muchos vecinos que interpusieron quejas o hicieron denuncias anónimas a la policía vía telefónica desistieron y se marcharon del lugar.

En mayo, la activista Letepichia metió otro escrito para solicitar apoyo sicológico por la agresión, sin que hubiera mayores avances.

El 22 de agosto, al filo de las 18:00 horas, Nancy N escuchó a su mamá hablar juntó a su puerta, se apresuró al escuchar la voz de su vecino Germán.

“Esto no se va a quedar así, es sólo el comienzo” lo oyó gritarle a su mamá. Sacó su celular y lo grabó. Ingresaron a su casa y solicitaron el apoyo de una patrulla. Germán seguía afuera. Después de dos llamadas por fin acudió la policía.

Salieron para explicarle al patrullero lo ocurrido y continuaron los insultos, que sólo recibieron como respuesta un “cálmese señor” y para las agredidas “no lo confronten, llamen a una patrulla del sector”.

Germán las acusó de ser las responsables de perder a sus perros. Las volvió a amenazar. Nancy y su mamá decidieron presentarse ante el Juzgado Cívico Número 1, fue hasta las 22:40 que les tomaron la declaración.

Estas amenazas y agresiones no son episodios aislados. Los vecinos aseguran que se trata de un tipo violento, que incluso, ha pisado la cárcel.

EL UNIVERSAL buscó una entrevista con la Procuraduría y le aclaró que era para seguimiento del caso y recibió como respuesta que la solicitud está en trámite.

Un infierno de cuatro meses

Con el caso de Azúcar siendo difundido en redes sociales por miembros de la comunidad animalista, el Grupo de Rescatistas Independientes, que coordina Azucena Barrera, se enteró de la historia.

No podían creer lo que leían: la perra violada “había tenido suerte”, al menos una decena más permanecía en manos de Germán.

Contactaron con María, quien les explicó lo que pasaba. “Sólo se me ocurre llamar a Elena Chávez, ella tal vez sepa cómo podemos pedir ayuda”, les dijo Azucena.

Elena es diputada constituyente para la Ciudad de México y reconocida por la labor que realiza a favor de los derechos de los animales.

Cuando comentaron el caso con Chávez, la diputada estuvo de acuerdo que se debía actuar con rapidez para rescatar a los demás canes.

Llamó al subprocurador de Averiguaciones Previas de la PGJCDMX, Óscar Montes de Oca para que le explicara quién podría informarles los avances del caso y -de paso- explicarles la necesidad de sacar a los perros de inmediato de ese lugar.

“Me recibió un lunes, luego fuimos con el fiscal de Fedapur, Luis Carlos (Ruiz), revisaron el expediente, acordaron proceder y pedir la orden al juez para poder hacer el cateo”, recuerda la asambleísta constituyente.

El número de la averiguación previa y, sobre todo, el diagnóstico médico de Azúcar, la perrita rescatada en abril, fueron parte decisiva para destrabar la investigación. Una semana después de la reunión tenían luz verde para rescatar a los canes.

Una orden de cateo emitida por un Juzgado de Control de la Unidad de Gestión Judicial número Dos del Sistema Procesal Penal Acusatorio del Tribunal de Justicia de la Ciudad de México permitió que el 10 de agosto Elementos de Brigada Animal ingresaran al domicilio.

Cuatro meses tuvieron que pasar para que los animales fueran rescatados.

“Los nueve tienen que permanecer juntos”

Era un ambiente completamente insalubre, con aromas fétidos provenientes de todos los rincones de la casa. Los elementos de Brigada Animal se dieron cuenta que en ciertas zonas, la acumulación de heces fecales les cubría las botas.

Con costillas rotas, sin dientes, dentro de jaulas, uno por uno, los nueve canes -siete adultos y dos cachorros- fueron rescatados. Tenían colmillazos de peleas entre ellos, sucios, con problemas de piel, algunos con conjuntivitis.

Le fueron entregados a Elena Chávez, quien los recibió en las instalaciones del doctor de sus mascotas, por el rumbo de Coapa. Se comunicó con Azucena para avisarle que tenía a los canes, pero ella debía ir al búnker junto con María, quien es la denunciante, para firmar la responsiva para la custodia de los animales.

Desde el comienzo, Chávez les explicó que Brigada Animal está saturada y si lograban la liberación, debían hacerse cargo de los gastos médicos y tener un lugar para tenerlos durante su recuperación.

Azucena y María ingresaron al zona de juzgados del búnker. Tenían listas tres casas que servirían de hogar temporal para los canes, divididos en grupos. Como rescatistas independientes, no cuentan con un albergue, sino que voluntarios ofrecen sus domicilios como hogares temporales.

Cuando llegaron el tercer piso comenzaron el trámite ante la licenciada Valeria Ordaz. Ella les explicó que toda la información, citatorios y trámites tendrían que ser con Letepichia, por ser ella la denunciante, aunque Barrera se acreditara para tener la custodia.

“No pueden salir de la ciudad, porque aquí se está realizando la investigación, y no pueden separarlos”, sentenció la licenciada.

“Yo me puse a pensar qué hacer, teníamos la pensado repartirlos entre varias casas, nunca pensamos que necesitábamos mantenerlos juntos para que los vieran los peritos”, recuerda Azucena.

-Entonces no podemos bañarlos ni nada para que no se piedan las evidencias, ¿verdad?- preguntó a la licenciada Ordaz. -Así es, lo mejor es que los peritos determinen qué pasó con los animales.-

Eso cambiaba todos sus planes, se lo notificó a la licenciada y le dijo que le daría el domicilio donde se resguardaría a los animales en cuanto lo tuviera, lo que esperaba sería en las siguientes horas.

Con esas instrucciones en la cabeza, Azucena firmó la responsiva y salió hacia Coapa pensando a dónde llevaría a los perros.

Llegó con Elena, pasadas las 18:30 horas. Desde ese momento y hasta las 23:00, recorrió la ciudad buscando una clínica veterinaria que recibiera a nueve perros cruza de pitbull, dañados física y mentalmente.

Al final un doctor en Iztapalapa accedió a recibirlos. Azucena y María notificaron el domicilio por la mañana del jueves 11.

Sin tratamiento

-Las heridas se van a infectar si no los atiendo, yo hago lo que tú me digas, pero sin atención médica esos perros se van a morir- dijo la voz al otro lado de la línea.

Azucena pidió esperar un poco más al veterinario, en espera de la llegada de los peritos. Pasó todo el fin de semana.

El lunes llamó a Elena y decidió que era momento de tratar a los perros. Sólo pidió al doctor documentar con fotos las heridas y elaborar un reporte de cada perro, para entregarlos a los peritos de la Procuraduría.

El miércoles un perito fue a buscar a los perros, pero no tenía el domicilio correcto. Azucena no sabe si nadie actualizó con los datos correctos el expediente.

“Cada día llamados para ver qué pasaba, para reiterarles la dirección del doctor, pero nos atendía la asistente. No sé si se le olvidó, si no lo integraron al expediente o qué”, dice la rescatista.

Por fin, el jueves 18, una semana después del rescate, el perito de la Procuraduría General de Justicia capitalina realizó las pruebas médicas para determinar el grado de las lesiones que tenían los nueve perros.

Pasó tres horas revisando a los canes y recolectando muestras para elaborar un reporte que se integrará a la carpeta de investigación. Tenían la finalidad de encontrar rastros de semen humano, por lo que se revisaron el ano y vagina de los animales.

Los procedimientos se realizaron a lo largo de tres horas en presencia del médico veterinario que ha estado al cuidado a los animales desde su rescate el pasado 10 de agosto.

De acuerdo Barrera, ninguno de los activistas que estuvieron implicados en el rescate de los canes estuvo presente al momento de la revisión pues desconocían la hora en la que se realizaría.

Barrera indicó que existe la posibilidad que las pruebas para recolectar muestras de semen sean inútiles, pues el veterinario le explicó que vida promedio del espermatozoide dentro de una vagina oscila entre 48 y 72 horas.

“No sabemos cuándo fue la última vez que abusó de ellos, es posible que incluso cuando los rescatamos, el semen ya no estuviera allí, pero con la tardanza de una semana en el peritaje, las posibilidades disminuyeron aún más”, dice.

Con las semanas descubrieron que uno de los perritos estaba ciego: los constantes golpes habían dañado el nervio óptico. El peritaje, como el rescate, llegaron tarde.

Maltratador, sigue libre

Elena Chávez explica que como Germán no fue encontrado en flagrancia, es decir, violando a uno de los perros, no podía ser detenido y habrá que esperar a que los peritos encuentren muestras de su semen en las vaginas de las perras.

También se le procesará por maltrato animal, que podría alcanzar una pena máxima de cinco años, pero eso será también será hasta que se determine el grado de lesiones con los peritajes.

Chávez lamenta las limitaciones con las que trabajan las autoridades para casos como este. “Brigada no tiene facultades ni para ingresar a un domicilio, imagínate para algo más”, dice.

Pero más allá de esas restricciones, Azucena Barrera lamenta la lentitud con la que se ha atendido el caso, el tiempo que toman los trámites y que ello le haya permitido a Germán huir.

“Antes, se le podía ubicar en su casa, vigilar si intentaba meter otro perrito, ahora no sabemos dónde está, nadie lo está buscando y cualquiera que sea su siguiente víctima se encuentra totalmente desprotegida”, lamenta.

Ahora busca hogar permanente para los canes. Por recomendación del etólogo que los cuida no deben seguir su tratamiento en la clínica y un hogar temporal podría dañar su frágil condición emocional. Además del gasto acumulado: les cobran casi mil pesos diarios por pensión.

Han pasado 25 días desde el rescate, las deudas se incrementan, falta tratamiento para un perro ciego, hay vecinas agredidas, rescatistas haciendo todo lo que pueden y un maltrador que desapareció sin dejar rastro.

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