Al sur de Puebla se localiza Zapotitlán Salinas, un municipio donde el turismo y la labor comercial giran en torno a la producción de la cerámica, del ónix y, sobre todo, de la sal. La extracción de esta última, constituye   una tradición familiar que se hereda y es un producto que sazona los platillos que integran flora e insectos de este mágico lugar.


Sal prehispánica
Cualquiera pensaría que la producción de sal en Zapotitlán Salinas es una actividad reciente. Aquí las familias elaboran sal desde tiempo ancestral y es un producto comercial que ha estado presente durante siglos. La causa de que en el municipio esta actividad sea tan común se debe a su geografía: está asentado en un valle cuyas depresiones tienen gran concentración de sales. Por ello, se ha ganado el nombre de Zapotitlán  Salinas.  Juan Diego Hernández, salinero de la región, nos comenta que se dedica a producir sal desde que acompañaba a su padre a las fincas,  hace más de 30 años. “Antes, la mejor época para producir sal abarcaba los meses de marzo a mayo. Hoy en día,  no sabemos cuándo lloverá. Una lluvia fuerte  derrite la sal que hay en la intemperie y la echa a perder.”
Este productor labora 64 cuadros o salinas que han sido herencia de su abuelo, los cuales  producen hasta dos toneladas cada dos meses y se distribuyen de manera regional.  “Esta sal es como un fósil, pues tiene millones de años aquí; es rica en calcio, potasio y bicarbonato. Es un tipo de sal que se puede consumir por las personas que tienen restricciones en la dieta.”  En este sitio más de 70 salineros producen sal comestible y para ganado que se ha denominado como “prehispánica” (debido a que es un  producto de la evaporización del agua y su posterior cristalización)  con el objetivo  de obtener la Denominación de Origen (DOP) Sal Prehispánica de Zapotitlán Salinas.

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