El yogur griego es el resultado de un proceso que está presente en nuestras vidas desde hace centenas de generaciones. Este producto resulta en un yogur cremoso y mucho más denso que el que conocemos regularmente.

La principal diferencia entre el yogur griego y el regular es que el primero no contiene suero de leche, por lo cual es mucho más espeso. Además, se requieren tres tazas de leche para elaborar una taza de yogur, por lo que esta versión tiene más proteína que uno regular.


El yogur griego es un producto que está marcando tendencia entre los nutriólogos, pues  lo recomiendan debido a su alto contenido de proteína y bajo contenido en azúcar y grasas. Pero ojo, ¡no todos  son iguales! Por eso te aconsejamos siempre poner atención a las etiquetas nutrimentales: algunas versiones tienen mucha azúcar añadida.

Un buen yogur griego es una buena opción para una colación de media tarde o después de realizar alguna actividad física, pues su alto contenido de proteína  te hará evitar esos antojos entre comidas o recuperarte rápidamente de un ejercicio de alto impacto.

 

¿Cómo se prepara el yogur griego?

  1. Se reciben todos los días 30,000 l de leche bronca a 7 °C de granjas lecheras locales de ganado Holstein —libre de antibióticos—.
  2. La leche se  calienta hasta alcanzar 55 °C para separar la crema. Ésta se vende a productores de helado. Cero desperdicio.
  3. Luego se pasteuriza y se filtra para iniciar la elaboración de yogurt. Se mezcla con tres tipos distintos de probioticos y el cultivo madre de Chobani.
  4. Una vez combinados, estarán dentro de un agitador por 10 horas para cambiar el pH y aumentar la acidez.
  5. Se separa el suero por colado y se concentra la proteína para dar origen al yogur griego.
  6. Todo se enfría   a 15 °C para hacer más lenta la fermentación y evitar que el yogur se vuelva agrio. Se pueden producir más 50 sabores diferentes.
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