A pesar de ser una usual y gustada tradición en la temporada de calor, las paletas congeladas no implican una preparación con mucha ciencia o misterio. No se necesitan conocimientos avanzados en gastronomía o en la rama de la química de alimentos para descifrar cómo se elabora una paleta helada. Y, sin embargo, su “descubrimiento” sucedió ya bastante tarde en la historia de la humanidad.


Un delicioso accidente
Fue en 1905, en Oakland, California, cuando un joven de 11 años llamado Frank Epperson dejó por accidente un vaso lleno de agua con soda en polvo y un palito de madera con el cual mezclaba la bebida afuera de su casa. Al buscarlo a la mañana siguiente, Frank encontró que la bebida estaba congelada, por lo que lo mojó el vaso con agua caliente, despegando así el líquido en estado sólido, dando lugar a la paleta helada.


Sin embargo, ha sido la inventiva y el gusto por lo diferente lo que ha hecho de las paletas un abanico casi infinito de deliciosas posibilidades. Elaboradas generalmente a partir de jugo o pulpa de frutas, también se pueden integrar elementos como como semillas, cereales, especias, chocolate, destilados o licores e  incluso elaborarse a partir de otras preparaciones, como chongos zamoranos o pay de limón.

Ya sean a base de agua o de leche, la combinación de ingredientes dependerá de su consistencia. Como regla general, las frutas que aportan jugo están destinadas a ser la opción predilecta de las paletas de agua, mientras que las frutas que aportan pulpa, serán empleadas para mezclarse con lácteos y dar origen a las paletas de leche. Así, tenemos paletas de agua de limón, de sandía, de melón o de flor de Jamaica, y paletas de leche de mamey, de coco, de fresa o de plátano. Pero esto es un  principio bastante básico: las ideas y combinaciones no están sujetas a una regla, por lo que cada paletería tiende a ofrecer, al menos, algún sabor original.

Mención aparte merecen las paletas que no son completamente dulces, aquellas a las que se les añade un toque picante en su preparación, ya sea con chile o Miguelito®.  Mango, limón o tamarindo con chile piquín o chamoy son algunas de las combinaciones  favoritas de chicos y grandes en México, que  sin duda resultan extrañas a los extranjeros, quienes al llegar al país por vez primera se asombran del concepto mexicano de los dulces aderezados con chile.

Gracias a la variedad de frutas que se encuentran en nuestro país, aquí podemos gozar de mezclas y sabores que difícilmente se encuentran fuera de nuestras las fronteras: paletas de guanábana, de chongos zamoranos, de mamey, de nanche o  tuna, de guayaba y zapote son sabores considerados exóticos en otras latitudes del mundo.

Mas allá de la Michoacana
La oferta de estos bocados congelados en nuestro país no sólo se limita a aquellas ofrecidas en las paleterías la Michoacana.  (Aunque, gracias a la propagación de esta marca, en cualquier rincón de México se pueden encontrar paletas, helados y aguas frescas. ¡Gracias querido Michoacán!) Desde sus inicios hasta el día de hoy,  las preparaciones de paletas se han diversificado y producido de manera industrial, dando lugar a diversos puntos de venta en tanto en supermercados y tiendas de conveniencia, pues ¿quién no  gusta disfrutar de una paleta en primavera?

En los tianguis, y sobre todo en temporada de calor, es usual encontrar a vendedores que, con hielera llena o carretas tiradas por ellos mismos, transportan decenas de paletas de pequeño tamaño, con la  gran diferencia  en cuanto a precio, ya que son hasta tres veces más económicas que las ofrecidas en otros establecimientos. La razón: los ingredientes, pues su color y sabor intensos se deben al empleo de colorantes y saborizantes artificiales. Las paletas de leche, por su parte, son elaboradas con grasas vegetales -como manteca- para obtener la consistencia y el tono blancuzco característico de la leche.

 

La nueva tradición
En últimas fechas han surgido heladerías y paleterías que buscan exaltar los ingredientes naturales de sus paletas, ponderando sabor y calidad sobre precio. Estas paletas buscan ofrecer un producto lo más natural posible y para ello emplean  la mejor materia prima. Pero el ingrediente no lo es todo en estas opciones: la creatividad también es un factor del que echan mano, creando paletas con ingredientes poco usuales, inspiradas en pasteles clásicos e innovando en coberturas.

Elaborar paletas heladas en casa es una gran manera de consumir bocados dulces naturales y sin conservadores. 

Por otro lado, el momento de la preparación puede ser una actividad para compartirse con los niños, pues en tan sólo unos pasos y después de unas horas en el congelador, se obtendrán suficientes paletas para alegrar una fiesta o, bien, para disfrutarse en una comida familiar. Prepara paletas con estas recetas. Lo único que necesitarás será una licuadora, moldes, palitos de paleta y congelador. ¡Experimenta con sabores!

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