Todo hace suponer que Meade no supo en la que se metía. Persona intachable conforme a lo que se dice, se ve obligado a integrar un equipo de priístas que no son priístas, debido a que seguramente no confía en los que el Partido le ofrece como acompañantes del extraño viaje en el que está embarcado. Más que su propia candidatura parece una campaña de defensa de Peña Nieto. Así será imposible que convenza al electorado que vote por él.

Pasan los días en los que los de enfrente, AMLO y Anaya, avanzan en sus campañas. AMLO recibe desertores y mercenarios, los incorpora sin mayor recato, sigue adelante, se ve confiado, seguro, juega beis y hasta se hace el chistoso. Es un hombre nuevo, atrás quedó la amargura del perdedor empedernido, confía que esta será la batalla final. Sus spots son de alta calidad técnica, discursiva e imaginación. Para AMLO todos son bienvenidos al movimiento.

Anaya, el más joven de la baraja, canta canciones con gracia, toca la guitarra y cae bien, es carismático. Por su parte Meade, a pesar de tantas prendas burocráticas y académicas, no conecta. La incorporación de panistas al PRI ha resultado de dudoso beneficio, como la insólita adición de Javier Lozano, uno de los más acérrimos críticos del PRI y del gobierno de Peña Nieto, que ahora se convirtió en vocero de Meade. Extraños giros de la ambición política.

Meade tuvo la ocurrencia de asumirse con facultades de iniciativa de leyes y preparó un proyecto de ley sobre corrupción que, siendo loable, antes de nacer estaba herido de muerte. Si su iniciativa la hubiera presentado AMLO textual, hubiera dado un golpe espectacular, creíble y lo celebrarían millones. Nadie, por el contrario, cree que Meade vaya a fondo contra la corrupción. De ser así tendría que revisar la actuación del actual gobierno. No se ve a Meade inspeccionar lo que pasó con las casas blanca y de Malinalco. Prometer que lo hará y convencer que así será supondría un rompimiento con el Presidente, pero también su liberación y oportunidad. No tiene otra para salir de la trampa.

Una de las recientes estrategias de campaña del PRI consiste en que los caciques regionales arropen al candidato. De esta manera Meade apareció ya en Hidalgo resguardado por Miguel Ángel Osorio Chong; en Sonora al lado de Manlio Fabio Beltrones. Seguramente seguirá con Emilio Gamboa en Yucatán y con los Murat en Oaxaca. Nadie lo podrá guarecer en Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua o Nayarit, donde los caciques están presos, prófugos, sujetos a proceso o apestados.

Meade no tiene otra salida que desmarcarse del gobierno en funciones y no necesariamente del PRI. En eso los priístas han sido maestros: Luis Echeverría lo hizo en campaña para abandonar a Díaz Ordaz al guardar un minutos de silencio por los muertos de Tlaltelolco, en la Universidad Nicolaíta en Morelia. Abundan otros ejemplos de priístas que negaron al maestro antes de que cantara el gallo: López Portillo a Echeverría en el último discurso que conmovió a México, el de la esperanza al tomar posesión. El general Cárdenas hasta despachó en avión a Calles fuera del país. Ruiz Cortines basó su campaña en la idea de moralizar la política como reacción al derroche y corrupción del gobierno del presidente Alemán. Algo similar ocurrió, treinta años después, con Miguel de la Madrid, al incorporar en su plataforma la propuesta de la renovación moral de la sociedad, en alusión directa al despilfarro de López Portillo.

Cuando inició la campaña de Fox, Francisco Labastida se encontraba 20 puntos arriba después de ganar el proceso interno del PRI. Conforme avanzó la campaña se fue derrumbando. Fox fue un candidato tan bueno como malo resultó como presidente, pero en la elección arrasó. La distancia que separa a AMLO de los otros dos candidatos no es definitiva. Para alcanzarlo Meade tendría que convertirse en alguien totalmente diferente, tendría que decidirse a ser, para ponerlo en la cursi figura de Amado Nervo, el arquitecto de su propio destino. ¿No quiere o no puede? Por lo pronto va en tercer lugar y eso que los independientes todavía no empiezan.

Investigador nacional en el SNI.
@DrMario MelgarA

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