La masacre en Las Vegas, la más mortífera, 59 muertos y cientos de heridos, una más en EU, incluyendo niños, adolescentes disparando a sus compañeros, 300 asesinatos, desde el 2000. Según el FBI, los homicidios por arma de fuego crecieron de 11 mil 961 homicidios en 2014, a 17 mil 250 en 2016. El asesino en Las Vegas utilizó un rifle “de asalto”, que se porta libremente en cualquier lado, hasta en un hotel de lujo. No se puede ocultar, este es el resultado de una política, tolerada por el Ejecutivo y Congreso, que permite a sus ciudadanos adquirir y portar armas públicamente en un mercado irrestricto de toda clase instrumentos letales. Con base en la Segunda Enmienda —de 1791— de la Constitución de EU, que dice: “siendo necesaria una Milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar Armas, no será infringido”, interpretada al extremo por la Asociación Nacional del Rifle, establecen que cualquier regulación es “dictatorial, “enemiga de las libertades y del individuo”. Asociación que, con 125 mil activistas y 5 millones afiliados, financia abiertamente campañas políticas, donando más de 3mil 500 millones de dólares a congresistas desde 1998; así, diputados y senadores sostienen activamente esta postura. Detrás está lo que Eisenhower llamó Complejo Industrial-militar: “intereses económicos de la industria militar aplicados al armamentismo y una política militar”; actualmente con ganancias de 12 mil millones de dólares anuales; EU es el mayor fabricante y vendedor de armas, comenzado por su país, exportador a todo el mundo. Además, se ha construido en EU una cultura de violencia, militarista, promovida por el cine, las grandes cadenas televisivas y la literatura, imbuyendo el estereotipo del hombre armado como héroe, en cualquier circunstancia, a imitar.

Este fenómeno no nos es ajeno, México es víctima de esta irracional política norteamericana que permite millones de armas circulando libremente en su territorio, desbordándose a través de un tráfico ilegal a nuestro país, calculado en cerca de 5 millones, entre 2000 y 2008; 2 mil entran ilegalmente diario desde EU; dos de cada tres involucradas en hechos criminales en EU; 80% del total de 15 millones de armas en México proviene de EU. Además, la política armamentista norteamericana se ha impuesto en México a partir de la Iniciativa Mérida, la “guerra contra las drogas”, la seguridad militarizada. Las compras de armamento de México a EU se han triplicado desde entonces, de 2.6 mil millones de dólares, a 7.9 mil millones de dólares. El jefe del Comando Norte, almirante Gorthey, en su Informe de 2014 a su Congreso, refirió que esas adquisiciones de México, por mil 300 millones de dólares, “contribuirán a los objetivos de política exterior y seguridad nacional de EU”. Esta inducción militarista, armamentista, que nos desangra y explota económicamente, la justifican por la “capacidad de fuego” del crimen organizado, producto del libertinaje armamentista norteamericano. El resultado ha sido una enorme tragedia nacional: 120 mil homicidios, entre 2007 y 2012, la mitad utilizando dichas armas de fuego.

El gobierno mexicano debe asumir su responsabilidad defendiendo nuestra población, no puede permanecer pasivo, exigir diplomáticamente, bilateralmente y en todo foro, la suspensión de esta política que daña a México y a Latinoamérica, y detener la militarización de México. También nos afecta gravemente el militarismo cultural norteamericano, la apertura indiscriminada de las telecomunicaciones satura nuestros cines y programas de tv de esa violencia que transfiere estereotipos a nuestra juventud. Nuestro gobierno neoliberal auspicia el envenenamiento cultural de nuestro país. México requiere una cultura pacifista, no de guerra.

Senador de la República

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