La crisis de abasto de gasolina saca el país del largo ciclo electoral en el que todo tema era visto, no en sus méritos y su complejidad, sino como le convenía a un grupo político y a un electorado que se ha dejado mimar auditivamente, una sociedad predispuesta a escuchar respuestas fáciles y encantadoras. En campaña se hablaba de amnistías, abrazos y atender con generosidad la reconciliación. El discurso fue potente y arrasador, y un país con ánimo de escuchar respuestas contundentes y lineales a problemas complejos recibía con deleite las estimulantes frases y a quienes ganaron las elecciones. Al mismo tiempo era relativamente sencillo hacer leña de árboles caídos que es en lo que se convirtieron los gobiernos de este siglo. Hoy mucho se justifica porque los gobiernos anteriores no lo hicieron y eso da al gobierno actual una fuerza enorme, pero al mismo tiempo le confiere un impostergable deber: atender de forma diligente la agenda nacional y de manera preponderante la seguridad nacional.

El combate a las mafias que roban y comercializan combustible ha sido elegida como la primera de las opciones presidenciales. Yo creo que la decisión es correcta. Un gobierno no puede ver cómo en sus propias narices lo desangran. Debe usar todos los medios a su alcance, incluso pedir el apoyo de la población, para conseguir el objetivo y creo que la población debe apoyar a su gobierno. Tratar un tema con la etiqueta de seguridad nacional debe incentivar a la unidad y por lo tanto se debe renunciar a partidizarlo (el tema supera las diferencias partidistas) o usarlo para librar anémicas disputas con analistas y críticos. El gobierno está por encima, defendiendo el interés nacional y al formular un objetivo de seguridad nacional (en buena lógica) construye una narrativa suficientemente englobadora para poder conseguir el apoyo más amplio y no estar debatiendo el tema como si fuera cualquier otro objetivo.

En otras palabras, debe articular un discurso político acorde con la gravedad del asunto y no tratar de improvisar o generar cortinas de humo. Debe explicarse apropiadamente (a través de voceros especializados) en todos los medios de comunicación el alcance de la estrategia para que puedan a su vez los medios explicarles a sus oyentes y no conjeturar o especular. En una crisis los vacíos informativos son veneno. Y de paso este gobierno debería frenar sus benditas redes sociales para que en vez de polarizar, generen apoyo al presidente y su estrategia (que alguien les diga que se acabó la campaña). Si es un asunto de seguridad nacional y considero que es el caso, todos debemos apoyar el presidente y su gobierno que en este caso no está tratando de obtener objetivos políticos menores para satisfacer su ego o tratar de tomar ventaja en otros temas, sino atendiendo una emergencia.

Me parece claro que el principal enemigo del gobierno (y el de todos) son ahora quienes perforaron el ducto que conecta Tuxpan con la Ciudad de México y lo hicieron dos veces según nos ha informado el mismo Presidente. Esto no es una polémica política, es un desafío abierto (criminal y si me apuran terrorista) a su gobierno, a su autoridad y a su capacidad de imponer el orden. A mi juicio se debe responder en consecuencia con unidad y vigor.

Además considero que si el combate al huachicol se ha dado a través del cierre  de ductos, debería complementarse con un trabajo de inteligencia financiera. Yo creo que las gasolineras en este país han sido una fuente terrible de explotación (no pagan sueldos), de falta de integridad (no despachan litros completos) y de convivencia con la economía criminal (porque muchas compran y venden gasolina robada). Me permito sugerir que con la fuerza política del gobierno y su decisión de enfrentar el problema imponga mecanismos draconianos para que en los “mercados legales” se inhiba la venta de combustible robado. Si atacas los puntos de venta del combustible robado, igual que sucede con el contrabando, los productos piratas, los autos robados, como deberían hacerlo con los celulares también, el negocio criminal puede reducirse y para el Estado es más fácil enfrentar grupos económicamente disminuidos.

Me parece, en suma, que el país debe abandonar el modo electoral y enfocar esta crisis con la óptica de seguridad nacional.

Analista político.
@leonardocurzio

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