En el canal de aguas negras el cuerpo de un hombre se encuentra en avanzado estado de descomposición. No se le podrá reconocer a través de su rostro, ni tomando una impresión decadactilar de sus manos. Los peritos criminalistas, conocidos como los Bravos, no tocan el cuerpo pero proceden a hacer una documentación escrita y fotográfica del contexto en el que se encontró a la persona; recaban también la orientación, posición y situación del cadáver. Registran detalles que podrían ayudar a determinar la causa de muerte como también la identificación futura de la persona. Desde otro punto en Ciudad Juárez, una pareja de Bravos distinta regresa a sus oficinas con elementos físicos; de su camioneta bajan bolsas de papel de estraza en las que llevan decenas de latas de cerveza. La teoría es que el homicidio que acaban de procesar ocurrió tras una borrachera que terminó mal. Los recipientes son útiles porque los actores del conflicto pudieron haber dejado su rastro en ellos. En el cuerpo de las latas, la huella de sus dedos. En la tapa y en la lengüeta, su saliva. De encontrarse estos identificadores, será posible demostrarle a un juez qué personas se encontraban en el lugar de los hechos. Al llegar a la oficina, la acción inmediata para todos los Bravos es abrir el Inforense. Desarrollado en Chihuahua, este programa de cómputo le sigue la pista a las pistas. Es un sistema que ordena el trabajo de investigación criminal y, al mismo tiempo, facilita la rendición de cuentas sobre el mismo. En el caso de una muerte violenta, la primera respuesta del Inforense es la generación de un número único que habrá de identificar a la víctima. Este registro es importante porque ubica un cuerpo en el laberinto institucional (una medida que ayuda a evitar que sucedan tragedias como la de los cuerpos abandonados en tráileres en Jalisco).

Llama mucho la atención que en los escritorios de los Bravos no haya papeles. Ni uno solo. Gracias al Inforense, estos peritos trabajan la mayoría de sus procesos en línea. Las notificaciones al personal del Ministerio Público, y a otros peritos, se hacen de forma electrónica. Un protocolo de accesos define quién puede consultar las investigaciones. Evidentemente, ningún supervisor tiene que pedir una tarjeta informativa a un subalterno porque cada asunto puede consultarse desde su propia oficina de forma directa y en tiempo real.

Una vez iniciado el expediente electrónico, los Bravos encargados del homicidio en riña analizan las latas de cerveza, cada recipiente es fotografiado y sometido a reactivos en busca de huellas. Encuentran dos. La tarea de los Bravos sobre estos indicios ha terminado. Como siguiente paso, embalan individualmente cada lata con etiquetas que muestran un código de barras único generado por el Inforense.

Los indicios podrán ser enviados al laboratorio de genética en caso necesario. Pero en su tránsito, las latas de cerveza van acompañadas de un documento que las lista con su respectivo código de barras. Este documento identifica la autoridad responsable que entrega y la que recibe. Es la forma de instrumentar una cadena de custodia que compruebe el trayecto y buen manejo de los indicios.

Al día siguiente de ser hallados, los recipientes de cerveza son enviados al Retedi, un archivo de indicios que guarda los elemento físicos asociados a una escena criminal con orden escrupuloso y en condiciones que garantizan su preservación. Ahí esperan. Es probable que en un día cercano, estás latas, vestigios de una mala noche, sean llamadas a juicio.

Abogada

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