Gabriela Rodríguez acaba de publicar el libro México en el mundo. Constitución y política exterior en la serie con la que el Fondo de Cultura Económica festejó el centenario de nuestra Constitución. La profesora Rodríguez busca definir si en el actual estado de cosas de las relaciones internacionales, contamos con un texto constitucional que les dé a las autoridades mexicanas la posibilidad de actuar debidamente en sus relaciones exteriores mediante la ejecución activa y reactiva de una adecuada política internacional.

Para responder a esta cuestión, el libro comienza por poner en claro varios conceptos que comúnmente se mezclan y distorsionan la comprensión y la práctica internacionales: relaciones internacionales, relaciones exteriores, política internacional y diplomacia, destacadamente. Una cosa es, en efecto, entender el campo general, en el que pueden participar la totalidad de los sujetos y de los actores que de un modo u otro tengan la posibilidad de hacerlo, y otra es comprender la manera en la que pueden hacerlo aquellos que tengan una calificación especial, como los Estados nacionales. Al haber aparecido una pluralidad de asociaciones u organizaciones que reclaman para sí presencia internacional, es preciso delimitar los espacios en los que las autoridades pueden actuar y los modos en que lo pueden hacer. Con estas ideas determinadas, en el libro se tratan de identificar los temas y los problemas de las actuales relaciones internacionales, en tanto campo de despliegue de la posible acción del Estado mexicano. Aquí hay una parte, breve y precisa, que explica la composición del actual orden internacional: actores emergentes, globalización, regionalizaciones, salud, migración o seguridad nacional, por ejemplo. Se pretenden delimitar las maneras en las que se están dando las cosas en el mundo para así precisar si lo que nuestra Constitución contiene es o no adecuado para ejercer una política favorable a los intereses nacionales, en tanto el mundo sigue ordenándose, en mucho, de esta manera.

Como modo prevalente de entender las posibilidades de acción de una política internacional, la profesora Rodríguez resalta el modo en que los tratados internacionales se negocian e incorporan a nuestro orden jurídico y la jerarquía que en él ocupan. Se detiene a averiguar con detalle cuáles son las posibilidades que el orden jurídico prevé para vincularse con las diversas expresiones de las relaciones internacionales de nuestro tiempo, sea para adquirir derechos o asumir obligaciones. En este contexto, la autora propone modificar puntualmente nuestro texto constitucional a fin de otorgarle a la Suprema Corte el control previo de constitucionalidad de los tratados que pretenda celebrar México, prever la salida de tropas en operaciones para el mantenimiento de la paz, definir cabalmente las condiciones de presencia de agentes extranjeros en nuestro territorio y señalar las bases para el amplio reconocimiento de la jurisdicción internacional a la que se sometería nuestro país, especialmente por lo que hace a la Corte Penal Internacional.

Más allá de estas propuestas puntuales de cambio, existen puntos trascendentes sobre los cuales el libro nos invita a reflexionar. Por ejemplo, la diversificación entre distintas instancias federales, estatales y municipales, de las relaciones con otros países y agencias, la pérdida de exclusividad del Ejecutivo Federal o la necesaria discusión de los principios de política exterior. Lo que finalmente el libro de la profesora Rodríguez pretende y logra es reflexionar acerca de lo que la Constitución contiene para permitir una acción de Estado en provecho de nosotros mismos. También, de lo que debiera contener para permitirnos actuar cabalmente en el incierto mundo que se viene construyendo con la mundialización de ciertos fenómenos, la fragmentación de algunas hegemonías y la aparición de otras. Lo que sí es claro es que, en un mundo tan interconectado por tantas cosas, no es posible ni pensarnos ni actuar si no es con base en una profunda comprensión de nuestra posición en él.

Ministro de la SCJN. Miembro de
El Colegio Nacional. @JRCossio

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