Finalmente, después de tres semanas de campaña poco atractiva, se llevó a cabo el primero de los tres debates presidenciales acordados por la autoridad electoral. Soy un convencido de que los debates fortalecen nuestra democracia. Uno de los elementos característicos de las democracias modernas, es el de la capacidad de otorgar información a la ciudadanía con el fin de que conozca de manera crítica e individual las propuestas y a los candidatos que contienden en una elección. La información es derecho ciudadano e insumo indispensable para emitir un voto libre y razonado.

El primer debate presidencial rumbo a las elecciones del primero de julio contribuyó a fortalecer nuestras instituciones y cultura democráticas. Ello se debe en buena medida al enorme interés que existe en la ciudadanía de allegarse de los mayores elementos para la hora de emitir su voto y, a la conciencia plena que también se tiene de que lo que está en juego es nada más y nada menos que el futuro de nuestro país.

El debate fue intenso y masivo, ocupó todos los espacios de comunicación del país. Los ciudadanos respondieron y el debate, de acuerdo con distintas mediciones, tuvo mayor rating que el futbol dominical y que algunas funciones de box de alto impacto mediático, lo que nos debe hacer sentir orgullosos. Fue un ejercicio que nadie rechazó, del cual nadie renegó, por el contrario, los propios candidatos se pronunciaron por continuar con esta práctica que ayuda a consolidar en México una cultura del debate que viene a fortalecer nuestra democracia.

Sin duda, lo que más contribuyó al éxito de este primer debate fue el cambio del formato. En anteriores debates de campañas presidenciales se había optado por un formato demasiado rígido que no ayudaba a conseguir los objetivos y lo volvía muy aburrido. Ahora fue completamente diferente. El formato acordado resultó novedoso, ágil, muy entretenido, lo que lo hizo muy atractivo. También fue una muy buena decisión de la autoridad electoral la elección de los tres moderadores. Su participación fue verdaderamente destacada, sin excesos de protagonismo y sin perder nunca la imparcialidad. Su contribución fue fundamental para el éxito del debate.

Para mí, lo más importante no es quién fue el ganador en este primer debate. En la mayoría de los casos, los ciudadanos ven ganador al candidato de su preferencia. Tal vez este primer debate si haya servido para que algunos de quienes se encontraban indecisos, comiencen a perfilar una decisión de por quién habrán de emitir su voto el día de la elección. Habrá que esperar para ver si se modifican las tendencias electorales. Lo realmente importante es que el que los mexicanos hayamos tenido la oportunidad de conocer las ideas, las propuestas y algunos de sus proyectos, nos da la oportunidad de contar con mejor información y eso nos convierte en una sociedad más educada en lo político y con mayores elementos para la muy importante decisión que habremos de tomar el próximo primero de julio.

Es deseable que en un segundo debate se conozcan más a detalle los ‘cómos’ de las propuestas presentadas, que se fijen posturas concretas y que sean éstas y no la anécdota lo que quede en la memoria colectiva.

Es hora de debatir, de informar, de transparentar todo, de rendir cuentas, de poner sobre la mesa toda la información para que los ciudadanos elijamos a quién consideremos que habrá de gobernarnos mejor a fin de continuar con la transformación de nuestro país. Va mi reconocimiento al Instituto Nacional Electoral y a la candidata y los candidatos presidenciales por este ejercicio democrático, del cual los mexicanos queremos más.

Abogado.
@jglezmorfin

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