El año más disruptivo. Este fin de semana concluye el periodo de precampañas de los precandidatos a la Presidencia de la República y todavía no se escucha una idea para enfrentar el mayor problema que enfrentará el país en los próximos años. No la cada vez menos probable cancelación del TLCAN, por ahora, ni la construcción de un muro hasta hoy sin financiamiento y con más efectos agresivos simbólicos que reales. Tampoco una deportación sin precedentes de migrantes, hasta ahora menor que la realizada por gobiernos anteriores. El mayor problema radica en la pregunta que se hizo ayer el Nobel de Economía Paul Krugman en el NY Times tras la abrupta caída de Wall Street y su secuela en los mercados: “¿Topó con pared finalmente la euforia trumpiana?” Y si bien insiste en que el mercado no es la economía, Krugman piensa que parece como si la realidad estuviera irrumpiendo en la era de Trump.

La burbuja inflada con los máximos bursátiles históricos de que se ha jactado el presidente empieza a reventar con el primer descalabro grave del cuatrienio. Y por supuesto que México no puede ni podrá mantenerse al margen de una debacle que apenas se anuncia, como lo muestra el impacto sobre el peso que se empezó a resentir ayer mismo. Sin embargo, ni los precandidatos han acusado recibo de estos retos del país que se proponen gobernar, ni los medios han analizado las capacidades de los precandidatos para estar a la altura de estos desafíos. Alguno de los aspirantes ha mostrado un folclorismo vacío, bravucón para enfrentar al bravucón de Washington. Por ejemplo, AMLO ofrece el ‘remedio’ de poner a Trump “en su lugar”, como si esa frase pudiera responder a las complejidades de los problemas planteados por el año más disruptivo de la economía, la política y la seguridad internacionales.

Desde esa opción y la del amorfo e imprevisible ‘Frente’ PAN/PRD/MC no faltan, tampoco, ante cada adversidad proveniente del norte, simplificaciones retóricas como las que propugnan la, sin duda, deseable ‘diversificación’ de las relaciones económicas del país para ‘reducir la dependencia’ del mercado estadunidense. Pero si bien estamos hablando de un enorme mercado del que anhelan ‘depender’ incluso países sin la ventaja geográfica de México, acaso más relevante para estos días resulta la evidencia de que ni los mercados más lejanos y menos ‘dependientes’ de Estados Unidos parecen a salvo de la volatilidad generada por este primer aviso de un no descartable descarrilamiento estadounidense, como lo mostró ayer la caída de los mercados de Europa y Asia.

Cuidado con el personal. Otra debilidad en la discusión preelectoral sobre estos temas cruciales del futuro inmediato del país radica en la pobreza del personal político y administrativo propuesto o perfilado para atender estas áreas en eventuales gobiernos de Morena o del PAN y el PRD. En el tercer gabinete que anuncia AMLO en 12 años, coloca en estas áreas a académicos de menor o mayor relevancia, pero sobre todo sin experiencia en la realidad. Y tampoco se ven mentes confiables para estos menesteres en las cercanías de Ricardo Anaya. En el colapso de ‘los errores de diciembre’ de 1994 ya padecimos las consecuencias de desmantelar las áreas financieras, en los primeros días del presidente Zedillo. Y eso con una economía estadounidense en ciclo expansivo y un gobierno ‘amigable’ como el de Clinton. ¿Qué esperar de una novatada de nuestros equipos en la incertidumbre global y con un gobierno hostil como el de Trump?

Aquí es donde Krugman centra esta vez sus mayores preocupaciones para Estados Unidos: en la remoción de Janet Yellen de la Reserva Federal cuando los mercados empiezan a enviar signos de advertencia y en el desinformado nuevo secretario del Tesoro de Trump, la peor gente posible, dice el Nobel, en ruta a situaciones de crisis.

La capacidad de los aspirantes y sus equipos para responder a estos avisos en la era de Trump tendría que ocupar un debate obligado en las campañas que se avecinan en México.

Director general del Fondo de Cultura Económica

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