Dos informes, un destino. “Enclavado” México entre una mega nación (Estados Unidos) y una explosiva región (Centroamérica), “donde los evangélicos cuentan cada día con más poder”, “a costa de imponer en la agenda valores retrógradas y a riesgo de hacer retroceder libertades”, “es un enigma el papel que van a jugar” los seguidores de esa confesión en las elecciones presidenciales a través de su alianza con el candidato Andrés Manuel López Obrador. Así lo advertía el viernes el reporte: La fe evangélica abraza las urnas en América Latina, elaborado por corresponsales del diario español El País en Sao Paulo, Bogotá y México.

Y por si el paso que darán los votantes mexicanos dentro de 74 días no fuera suficientemente definitorio del destino de al menos una generación de mexicanos, con AMLO todavía a la cabeza de las encuestas, México aparece además en la lista de 13 países latinoamericanos con cambios de gobierno de aquí a 2019, en los que se podría “augurar una vuelta al populismo o, peor, un cuestionamiento del propio sistema democrático”. Esto, de acuerdo con el informe La sombra de la vuelta al populismo del senior editor del semanario británico The Economist, Michael Reid, reproducido ayer, también en El País.

Juntos, ambos informes colocan a México en la encrucijada de lo que llamaríamos un auge confesional populista que en Brasil podría llevar en octubre a la presidencia a Jair Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha, un militar en la reserva que defiende la tortura y el derecho de portar armas. En Colombia, el mes próximo, este fenómeno le daría el poder presidencial al candidato del ex presidente Uribe, en guerra contra  el acuerdo de paz negociado con la guerrilla de las FARC. Y en México, con AMLO, le devolvería el control del sistema educativo a las camarillas sindicales que desde ahora reconquistan sus fueros a pedradas contra la campaña del candidato Meade, ya que AMLO les asegura desde hoy la impunidad y la simpatía que le merece un ‘movimiento social’.

Digo, es un decir. Desde que imaginé a México, en efecto, “enclavado”, como dice el reportaje de El País, entre la fascinación del electorado evangélico con el dominio retrógrada de Trump y su ex secretario de Estado —Tillerson, evangélico de línea dura— en el norte, y en el sur con Jimmy Morales, evangélico elegido presidente de Guatemala, entre otros países por caer en esos abismos, no sé por qué me empezó a rondar por la cabeza un célebre poema póstumo del peruano César Vallejo, escrito en plena guerra civil española y publicado en 1939, el año de la caída de la República.

“Si cae España —digo, es un decir—”, afirma el segundo verso, y uno espera que siga con lo qué pasaría en el caso de esa caída, de España o de México (digo, es un decir). Pero no. Hay que regresar al primer verso, que señala proféticamente a los destinatarios del poema: los “Niños del mundo”. Está dirigido a las siguientes generaciones a las que llama, “si España cae”, a levantar un país que una generación anterior echó abajo.

¿Revocación o reelección? Contra toda evidencia, desde una desinformada o deliberadamente falsificadora nostalgia reaccionaria, López Obrador sostiene que los mexicanos vivíamos mejor que ahora en los años 70 del siglo pasado: que estaríamos mejor sin las transformaciones del país ocurridas desde entonces. Y que iríamos todavía mejor sin el nuevo aeropuerto. Incluso, para AMLO, tal vez seríamos más felices sin el ensanchamiento de las libertades democráticas ocurrido en estas décadas. Y aún sin el dique impuesto hace 90 años a la perpetuación de los presidentes en el poder. Porque —nos alerta la sagacidad analítica del editor de The Economist— cuando AMLO ofrece someterse a un proceso revocatorio o de refrendo cada dos años, está anunciando el primer paso para debilitar el tabú mexicano contra la reelección presidencial: de  refrendo bianual en refrendo bianual, siempre gloriosos, a la Venezuela, ¿por qué no romper el límite sexenal?

Director general del Fondo
de Cultura Económica

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