Quién vigila a los vigilantes. En la primera jornada, antier, del ciclo “Nueva comunicación de la administración pública”, convocado por UNAM, CIDE, INAP, ITESM y el Fondo de Cultura Económica con motivo del lanzamiento del primer libro en español sobre la materia, el académico Mauricio Merino inició su comentario a partir del capítulo destinado al “misterioso mundo de la desconfianza” de las sociedades en los gobiernos. “Hasta por default desconfían de nosotros”, lamentan los servidores públicos sometidos al recelo de la población, de acuerdo al encabezado de esta entrada del libro de María José Canel, La comunicación de la administración pública: para gobernar con la sociedad (FCE, 2018)

Puesto en términos positivos, ha sido la desconfianza el motor de la creación de algunas de las instituciones clave del Estado y del mundo de los negocios. Para empezar, los parlamentos, con sus funciones de fiscalización de los poderes ejecutivos, parten de la necesidad de vigilar la gestión presidencial. También parten del imperativo de cuidarle las manos a los administradores, las áreas de contraloría y auditoría presentes lo mismo en los organismos gubernamentales que en las empresas privadas. El problema se complica cuando la desconfianza hace víctimas a las propias instituciones de control, sean las de vigilancia social, como los medios de comunicación, o de control a cargo de órganos del Estado, como los previstos en el Sistema Nacional Anticorrupción, carcomidos por la desconfianza desde antes de nacer. ¿Quién va a vigilar a los vigilantes?, parecería la pregunta siguiente a cada nueva escala de creación de controles, antes de dinamitarlos con nuevas recargas de desconfianza.

Pero está también la desconfianza del gobernante en la sociedad y sus representaciones en las organizaciones civiles. O en los medios, con las correspondientes pulsiones del poder por descalificarlos, controlarlos o congestionarlos con sus mensajes. Impresiona la maquinaria de poder del presidente electo parta sofocar en las redes toda crítica a las decisiones, declaraciones, pifias u omisiones del próximo equipo de gobierno, con interminables, repetitivos trending topics colmados de insultos, amenazas, estereotipos y vulgaridades. Esas hogueras, en las que se pretende inmolar al discrepante de la fe en la redención que nos depara el nuevo dominio absolutista, no se contemplaban en nuestro medio, al menos desde la Guerra Fría.

Desconfiar de la sombra. La desconfianza del gobernante alcanza incluso a su propia sombra: a sus colaboradores inmediatos. En el caso de Estados Unidos, al staff del presidente y a algunos legisladores del partido que lo llevó a la Casa Blanca. En el caso de México, al propio gabinete presidencial. La pregunta más repetida a la profesora Canel en las jornadas sobre su libro de Comunicación de la administración pública, así como en las entrevistas de los comunicadores, ha sido sobre lo apropiado o no del anuncio de centralizar en la futura Presidencia toda la información gubernamental. Y a los problemas de orden práctico aludidos al respecto por María José, así como a la crítica externada en la primera de estas jornadas por el doctor Raúl Trejo Delarbre, por el propósito centralizador y de control desmesurado de la información pública que el especialista encuentra en esa determinación, habría que agregar también aquí el tema de la desconfianza: en el uso , al servicio de la agenda de sus titulares, de los recursos comunicativos radicados hasta hoy en las dependencias del Ejecutivo.

A propósito. Esta semana se hicieron patentes nuevas contradicciones en las agendas de los perfilados para el equipo presidencial, sus brazos parlamentarios y parte de sus bases electorales, en los temas de educación, seguridad y nuevo aeropuerto. Y sólo quedan 51 días para concluir la reconversión del discurso de campaña en estrategia de comunicación de la Administración Pública.

Director general del FCE

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses