Tienen razón los seguidores de López Obrador cuando aclaran que éste nunca dijo “Al diablo con las instituciones”, sino “Al diablo con sus instituciones”. En el primer caso, reflejaría una posición esencialmente anarquista en tanto que lo segundo sólo sugiere que ciertas instituciones están cooptadas por ciertos grupos o partidos y por tanto, que no son imparciales, debiendo serlo. Cambia mucho, pues en la segunda posición no se pretende derrumbar o hacer a un lado esas instituciones, sino reformarlas para imprimirles autonomía. En efecto, pude decirse que muchas instituciones que debieran ser autónomas —y que así fueron diseñadas— no lo han sido del todo, empezando por el INE (antes IFE) que lejos de haberse ciudadanizado, se partidizó. En 2003 la protesta de AMLO fue que el Consejo General se integró sin ninguna propuesta del PRD. Eso generó un enorme costo de credibilidad y confianza en 2006. Ahora ocurre algo parecido; tanto el INE como el TEPJF se integraron sin ninguna propuesta de Morena. Sus resoluciones podrían ser sospechosas de ser todo menos imparciales. Ya hemos visto algo de eso. En el INE hay una bancada con cuatro consejeros (de once) que responde al PRI. Y en el Tribunal, la bancada priísta consiste en cuatro de siete magistrados. En ambas instituciones, la “bancada” de Morena es inexistente. Lo que habría que buscar son fórmulas para dotar de auténtica autonomía a esas y otras instituciones; es decir, despartidizarlas.

En el caso de Raúl Cervantes, ex procurador general, la objeción para nombrarlo Fiscal General fue su cercanía con Peña Nieto. En efecto, en esos cargos debiera haber personas honestas pero también autónomas respecto de gobiernos y partidos. Pero he aquí que cuando AMLO propone personas para ocupar las fiscalías, lo hace no pensando en la autonomía de las instituciones en cuestión, sino en su cercanía personal, justo lo que ha condenado. Así, el año pasado dijo que propondría como posible fiscal anticorrupción a dos personas: Tatiana Clouthier e Irma Eréndira Sandoval. En ese entonces comenté que se trataba de “dos cercanas suyas que minarían la autonomía requerida para ese puesto… (lo cual) refleja la fragilidad de sus propuestas para combatir la corrupción” (2018; ¿AMLO presidente?). ¿Dónde están ahora Clouthier y Sandoval? La primera como coordinadora de la campaña de AMLO y la segunda perfilada para el gabinete, en la Secretaría de la Función Pública.

Las ternas que ha anunciado para ocupar los cargos de fiscal general, fiscal anticorrupción y fiscal electoral (si bien no es su atribución en todos los casos) confirman que desea gente cercana a él en esas carteras. No conozco a todos los nombres propuestos, y los que conozco sin duda son personas que cumplen el requisito de la honestidad. Pero, ¿serían autónomos? Todos (unos más que otros) han hecho carrera al lado de López Obrador o gracias a su intercesión. Pero además de la autonomía personal, también se requiere fortalecer la autonomía institucional de esos cargos, pues hoy por hoy puede ocurrir lo que sucedió con Santiago Nieto, de la Fepade; fue despedido con un pretexto menor por adentrarse en una investigación comprometedora. Pero en ese punto AMLO propone dejar las cosas como están (si bien nombrando a sus cercanos). Incluso, en su Proyecto Alternativo de Nación propone que sea el Ejecutivo, sin intervención del Senado, quien designe al fiscal general. Al viejo estilo del presidencialismo. ¿Esa era la autonomía que exigía López Obrador? Al parecer, lo que pretende mandar al diablo son las instituciones de la mafia, y a sus respectivos paleros y achichincles, para sustituirlos por sus propias instituciones (las de él) con personas de su absoluta confianza y que le deban mucho políticamente. No parece ser la falta de imparcialidad de esos institutos lo que le molesta, sino que no sean parciales a su causa.

Analista político.
@JACrespo1

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