El desmantelamiento del PRI comenzó en el nuevo milenio, cuando en la euforia del año 2000 se instaló en la presidencia Vicente Fox. Esa jactanciosa “victoria panista” tiene tres posibles interpretaciones: un “voto de castigo al PRI”, los buenos oficios del asesor texano de Fox, o el resultado de los acuerdos cupulares entre Carlos Salinas de Gortari y el Jefe Diego. Todo eso marcó el nacimiento del mítico “PRIAN”.

Salinas, principal ­estratega del PRI, parece decidido a continuar la modernización del partido de la mano de José Antonio Meade, un alto funcionario público al estilo de Emmanuel Macron, que inició su carrera como secretario de Energía del presidente Calderón. (Es posible que se hayan conocido a través del ITAM).

(A propósito de panistas, Vicente Fox y la señora Marta, siempre inoportunos, esperaron congelados en la fría madrugada del día del “destape” para “recibir” al precandidato con un abrazo fuera de lugar. ¿Se sentirán aún dueños de la casa presidencial?).

Salinas tiene 20 años de investigar y escribir sobre nuestro sistema político y la economía nacional. Es claro que pretende convertir al dinosaurio en un instituto político del siglo XXI. Un “renacimiento” parecido al que logró Tony Blair con el partido laborista inglés.

(Sobre el “PRIAN” no olvidemos que Salinas y el Jefe Diego se involucraron en “arreglos electorales” conocidos como concertacesiones, que abrieron una rendija del sistema para permitir la llegada de algunos gobernadores panistas).

Esa engañosa apertura “democrática” convirtió a los gobernadores en mandatarios independientes, auténticos señores de horca y cuchillo. Sin un férreo control del gobierno federal los gobernadores priístas se dedicaron a robar, y ahora la corrupción alarmante de algunos de ellos amenaza el triunfo del partido en 2018.

Por eso el ex priísta Porfirio Muñoz Ledo considera que sólo con un golpe de Estado ganaría el PRI las elecciones en 2018. Y la publicación Bloomberg, enfocada en el mismo tema, considera inevitable un enorme fraude cibernético como la única manera para que el PRI recupere el control y conserve el poder.

Un triunfo del PRIAN (“haiga sido como haiga sido”) sería la mejor estrategia para detener el populismo “venezolano” de López Obrador. Un precio demasiado elevado para satisfacer su obsesión presidencial.

Lo cierto es que con la candidatura de José Antonio Meade, el “candidato sin militancia partidista”, se termina la era del Partido Revolucionario Institucional, el instituto político que gobernó México el siglo pasado.

Meade tiene un currículo envidiable. Para confusión de AMLO, que no acaba de entender el fenómeno Meade, y por eso sigue insistiendo que “no levanta”, el precandidato priísta ha ocupado cinco secretarías de Estado: una carrera cuidadosamente diseñada para ocupar la Presidencia. Es abogado por la UNAM, licenciado en economía por el ITAM y doctorado en economía por la Universidad de Yale.

Analista político

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