Ante el escenario en las votaciones para aprobar reformas legislativas q ue se presentan tanto en la Cámara de Senadores como de Diputados , donde prácticamente Morena logra la mayoría simple con el grueso de su bancada, el PES y el PT y eventualmente con el Partido Verde Ecologista ; hoy Morena se encuentra en la disyuntiva de ampliar su margen de negociación, para lograr la mayoría calificada que se requiere para temas específicos de la mayor relevancia nacional y también, de interés primordial para el Ejecutivo federal o para atender la agenda política que ese partido proyectó en campaña.

Y es que desde que se conoció el resultado del pasado 1 de julio, donde de forma contundente el partido de Andrés Manuel López Obrador logró la victoria, en este espacio he dicho que prácticamente el 80 por ciento de los liderazgos del Movimiento de Regeneración Nacional han formado parte del PRD como dirigentes, líderes, militantes o simpatizantes del mismo.

Sólo basta recordar que el PRD acompañó a Andrés Manuel López Obrador para que ganara la Ciudad de México y en dos ocasiones, en su intento por buscar la Presidencia de la República. Es natural entonces, que muchos de estos cuadros emanados del PRD hoy se encuentren en Morena.

Es innegable que el PRD se convirtió en el mayor referente de la izquierda mexicana, sin demérito del liderazgo y la aportación que en su momento hizo López Obrador, esta combinación logró consolidar por primera vez en la historia de México una verdadera oposición de izquierda.

Por eso es elemental pensar que, si el PRD y Morena han compartido una historia juntos, muchos acompañen propuestas ideológicas por las que el PRD ha luchado.

Hoy, la izquierda mexicana tiene la oportunidad histórica para convalidarse como la mejor opción de gobierno ante el mundo.

Hoy en la Cámara de Diputados Federal, el coordinador de los perredistas, Ricardo Gallardo, ha acreditado oficio para consolidar un acuerdo político que, con respeto ideológico y a la libertad de opinión, proyecte y consolide los más altos anhelos que la izquierda ha promovido durante los últimos 50 años.

La política se sostiene con objetividad. Es elemental que se logren posicionar propuestas que, a juicio de las fracciones, fortalecen la democracia, las libertades y la vida social de México y sin duda la izquierda es la que debe o debiera de ser el propio catalizador de la izquierda en el poder.

Siempre he creído que la lucha interna por el espacio político es la más cruenta.

En el PRD, por el modo en que se formó el partido, se hizo mucho más patente el conflicto entre personalidades de la vida política que militaban ahí y hoy son dirigentes y líderes de Regeneración Nacional; sin que en esto, el PRD sea la excepción, Acción Nacional también vive su propio conflicto interno.

Sin embargo, imaginar que lo que impide acuerdos sea la motivación del resentimiento, el rencor y la venganza, sólo atiende a la soberbia y a no comprender que nunca se puede personalizar lo que en política se da.

Si este es el impedimento para que las izquierdas hoy trabajen juntas a favor de México, en poco se ayuda al presidente Andrés Manuel López Obrador, de quien se ha escuchado un discurso equilibrado, conciliador, buscando la unidad nacional y evitando la confrontación innecesaria.

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