Las recientes confrontaciones entre diferentes actores de la vida política nacional que militan en Morena evidencian que los partidos políticos solo siguen siendo un instrumento cuyo fin es acceder al poder. Parece que los discursos direccionados a buscar el bienestar social y la igualdad entre las personas son algo que solamente se queda en eso, en discurso.

Morena se conformó con ex militantes del PRD y, pese al esfuerzo de su máximo líder, Andrés Manuel López Obrador, parece que fue inevitable que se trasladaran a ese partido con las mismas mañas de cuando eran perredistas. Algunos dirigentes del más alto nivel de Morena hacen oídos sordos al llamado a evitar la confrontación interna y todo parece indicar que, hoy, muchos de ellos están integrados como verdaderas tribus.

Lamentablemente, las mañas que parece adquirieron en el PRD, y que llevaron a este partido a su debacle, hoy son revividas por el partido en el poder.

Es de todos sabido que el hoy Jefe del Ejecutivo Federal intentó llegar a la presidencia de la república con el acompañamiento del PRD, PT y Movimiento Ciudadano en dos ocasiones; sin embargo, los dirigentes en turno del PRD no asumieron jamás, ni reconocieron su liderazgo, incluso hubo hasta quien compitió contra él en el proceso interno de selección de candidatos.

A diferencia de Morena, el PRD al tiempo pagó sus costos ante esa decisión. Lo que sí es innegable es que en Morena, a diferencia del PRD, todo lo que son, quiénes son, así como cuántos son, se lo deben a un solo hombre, Andrés Manuel López Obrador.

Por ello, valdría la pena que quienes hoy buscan mayor control en espacios de poderes partidistas o gubernamentales recuerden que si hubieran intentado obtener un escaño, una posición gubernamental o una curul, por otro partido que no fuera el de Andrés Manuel seguramente no hubieran logrado el triunfo, ya que, de muchos de ellos, su capacidad es altamente cuestionable.

Ya demasiados problemas tiene el Presidente de México como para hoy preocuparse por los arrebatos y conflictos internos; cuando la presidenta de Morena, a diferencia de lo que ha dicho López Obrador, parece que sí quiere perpetuarse como la única y natural dirigente nacional de ese partido. El que haya contado con la posibilidad de tener injerencia en la definición de candidaturas en el pasado proceso electoral para fortalecer y garantizar el éxito que obtuvo ese partido, fue solo consecuencia del liderazgo acreditado por López Obrador.

Hoy parece que aquellos, tanto partidos como actores políticos, que fueron reducidos a su mínima expresión no pueden ser ni serán verdaderos adversarios de quienes hoy están encumbrados en el poder como abanderados de Morena.

Está claro que en el tablero político hoy los verdaderos adversarios de quienes aspiran a una posición en Morena son los propios dirigentes y militantes de Morena entre sí, sin contar con que ya arrancó la apuesta para quienes deben abanderar ese partido a la presidencia de la República. Hay equipos de ellos que dicen que hay que empezar ya, porque apenas faltan cinco años.


Diputado federal

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