El término huachicol se origina cuando grupos criminales alteraban bebidas alcohólicas para su venta y distribución, lo que les generaba importantes ganancias. Esta expresión se adoptó para definir el fenómeno de robo de combustible que, durante muchos años, ha estado a la vista de autoridades federales y locales, sin que se haya atacado de forma frontal o efectiva.

Y es que es muy común observar la participación de grupos sociales de diferentes comunidades, que carentes de oportunidades, ven esta actividad como una alternativa para obtener recursos que resuelvan su vida cotidiana.

Es decir, este delito, el llamado huachicol, ha ganado con el paso de los años, una base social que permite a los delincuentes dedicados a esta actividad actuar con el respaldo de comunidades enteras; eso hizo complejo el ataque decidido contra esta práctica y muchas veces se eludió para evitar la confrontación social con comunidades que se benefician de forma directa.

El huachicol logró mayor acompañamiento social que el propio narcotráfico, donde era común observar a grupos reducidos en apoyo de alguna figura del narcotráfico; como ocurrió en Sinaloa,endonde se registraron marchas en apoyo a Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Y es que el huachicol, a diferencia de las drogas, es considerado socialmente como un producto de primera necesidad, esto no genera en los grupos sociales la sensación de estar incurriendo en un delito, familias enteras participan en esta práctica hasta con cierta normalidad.

Derivado del desabasto que se ha registrado en los últimos días y de las interminables filas de automovilistas que, en sus vehículos, esperan sus turnos para poder abastecer el preciado líquido, también observamos filas de personas que, sin auto, esperan su turno para llenar garrafas, bidones y hasta cubetas para obtener el anhelado combustible.

Cualquiera pensaría que éste sería utilizado para el consumo de sus propias unidades; sin embargo, hoy se coloca en la actividad social un problema más, la reventa del combustible. Es decir, sin que sea un producto de procedencia ilegal, porque se compra en las gasolineras, hoy es posible adquirir la gasolina en reventa, a través de internet o a las afueras de las propias estaciones de servicio donde se vende, con el fin de evitar así las grandes filas para abastecer sus vehículos.

Esta práctica que por sí sola no constituye un delito, no deja de ser grave por el efecto económico que se causa a todos aquellos usuarios de los diferentes servicios de transporte en el país, que además de sufrir por el desabasto, si se adquiere por reventa es elemental pensar que se genera un incremento en el costo de sus viajes.

Es importante una estrategia de ataque frontal sí, al flagelo en que se ha convertido el delito del huachicol; pero al mismo tiempo, urge una estrategia de operación política y social que proteja y evite las repercusiones que socialmente se están generando y que lastiman la economía, no sólo de aquellos particulares que utilizan sus vehículos de consumo de gasolina para sus traslados, sino el impacto mayor a sectores de la industria del transporte que, hoy incrementan el precio de los productos a efecto de desvanecer el costo que implica la espera para compra en reventa de hidrocarburos.

Ojalá y que en el próximo presupuesto no tenga que incluirse en el catálogo de programas sociales apoyos para la compra de gasolina.

De Refilón

El abogado Julio Scherer Ibarra decidió separarse del Consejo de Administración del semanario Proceso, del cual durante muchos años formó parte, como integrante de la dinastía, que legara su padre Julio Scherer García. Scherer Ibarra ha sido claro al manifestar que, atendiendo a la congruencia, se habrá de dedicar en forma exclusiva a la encomienda que le ha sido delegada por el señor presidente de México como Consejero Jurídico.

Diputado federal

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