Vaya semanita la que nos antecede y la que nos espera, apreciados lectores. De la Cumbre del Grupo de los 7 a la reunión entre Donald Trump y Kim Jong Un en Singapur, al debate de los candidatos a la presidencia de México el martes por la noche (escribo estas líneas antes de que haya comenzado) a los escándalos de políticos y futbolistas, pasando por lo que será EL acontecimiento futbolístico del cuatrienio, la Copa del Mundo a realizarse en Rusia.

No es noticia que Donald Trump domine las noticias, pero ahora sí llegamos al extremo. Primero, durante la Cumbre del Grupo del los 7 en Charlevoix, Canadá, fue claro en su rechazo a las grandes líneas del acuerdo occidental trazado al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Una serie de principios políticos, económicos y comerciales dirigidos a establecer primero y mantener después la hegemonía del que podríamos llamar el gran modelo liberal democrático del Siglo XX: alianza diplomática y militar; cooperación económica; acuerdos comerciales predecibles; coherencia discursiva.

Cada uno con sus particularidades y matices, los aliados históricos de EEUU se fueron acomodando. Alemania con un tinte más social/liberal, Francia con sus recuerdos de gran potencia, Gran Bretaña con su excepcionalismo producto de la nostalgia imperial, Japón enfocado a lo económico por encima de todo lo demás, Canadá con su siempre frágil orgullo nacional, salvaguardándolo de los atropellos de su vecino… Tiempo más tarde se sumaron dos viejos antagonistas, China y Rusia, un tanto por su poderío económico, otro tanto por su peso geoestratégico. Y todo desembocando en la expulsión de Rusia en medio de acusaciones por su expansionismo e intervencionismo.

Pues todo ese intricado mecanismo de coordinación y dialogo quedó expuesto en su fragilidad gracias al proverbial invitado malcriado que, no contento con el menú y el arreglo de la mesa, decidió romper la vajilla, escupir en la sopera y prender una fogata en la sala. Con su intempestiva decisión de imponer aranceles al acero y aluminio, amen de su agresiva reacción ante las resistencias y criticas de sus contrapartes, Donald Trump puso de cabeza temporalmente al tablero sobre el que se ha venido jugando el ajedrez de la economía global. Habrá que ver qué queda.

En cambio, la Cumbre con el líder de Corea del Norte nos recordó lo alrevesado que está hoy el mundo. Trump no escatimó en elogios a Kim Jong Un, quien pasó en unos meses de ser un apestado internacional a interlocutor favorito del presidente de la nación más poderosa sobre la tierra. Unos días después de que llamó “traicionero” a Justin Trudeau, Trump se mostró como adolescente enamorado con el norcoreano. El mundo al revés, les digo.

Mientras tanto, en nuestra asoleada y acalorada patria los escándalos se suceden unos a otros, al grado de que tanto el debate como lo que queda de la campaña bien se podrían desahogar en un juzgado. No me voy a pronunciar acerca de las múltiples acusaciones salvo para decir que pintan de cuerpo entero a nuestro sistema y a nuestros políticos. Entre eso, los fake news y las encuestas hechizas la verdad es que después de las elecciones nos va a URGIR una autentica reforma electoral y sobre todo del sistema de procuración de justicia, que sigue lamentablemente sujeto de presiones y dictados políticos.

De futbol podríamos llenar paginas y paginas, queridos lectores. Baste decir que el equipo mexicano llega bajo un escrutinio y presión enormes, probablemente injustos, pero con la ventaja de las bajas expectativas dados sus pobres resultados en los partidos preparatorios. En este país de confabulaciones no falta quien diga que todo es una treta para engañar a nuestros contrincantes. No lo dudaría yo un instante.

A partir de mañana 14 de junio el mundo girará temporalmente sobre su eje más amable, el del deporte. Dejemos que el futbol nos invada, al fin que es solo un mes. Ya habrá tiempo para la realidad.

Analista político y comunicador. Twitter:
@gabrielguerrac
Facebook: Gabriel Guerra Castellanos

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