Todavía a principios de este año eran los hombres más poderosos en sus estados: disponían de presupuestos millonarios, asesores, Congresos locales, partidos políticos y en algunos casos, hasta del Poder Judicial; pero el 5 de  junio su suerte cambió: perdieron las elecciones y, con ello, la protección que se presume con la continuidad. Para finales del año, son prófugos de la justicia, están escondidos, amparados o en manos de sus sucesores, quienes evalúan las cuentas pendientes que dejaron.

Su caída se cocinó a fuego lento. A principio de año iniciaron las acusaciones en contra de uno, luego de otro y así crecía la lista de presuntos actos de corrupción en los 12 estados donde había campañas electorales. Los candidatos de oposición hicieron una promesa principal: Encarcelar a los mandatarios para combatir la impunidad y la corrupción.

En esa batalla hubo ataques directos, filtración de documentos y denuncias. Eso,  más el humor social y el clero, ayudó. La alternancia en el poder se concretó. De las 12 gubernaturas, el PRI perdió su hegemonía en seis. Incluso, en cuatro estados clave, por ser bastiones históricos: Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo y Durango; además de Aguascalientes y Chihuahua —donde ya había gobernado el PAN—.

Cuando los entrantes les quitaron la silla a los salientes comenzó la cascada de denuncias penales, administrativas y públicas que hoy tiene a los ex gobernadores en jaque.

Cuatro son investigados por actos de corrupción: Javier Duarte (Veracruz), César Duarte (Chihuahua), Roberto Borge (Quintana Roo) y Miguel Alonso (Zacatecas).

Además hay cuatro ex mandatarios que este año vieron iniciar o revivir procesos legales en su contra: Guillermo Padrés (Sonora), Rodrigo Medina (Nuevo León) y Mario Anguiano (Colima) —quienes  dejaron de ser gobernadores en 2015—, así como  Tomás Yarrington (Tamaulipas), cuya gubernatura concluyó en 2005.

Un caso peculiar es el de Jorge Herrera (Durango), quien dejó el cargo este año y sin   un procedimiento legal o penal en su contra, optó por buscar el amparo para evitar ser detenido, mismo que le fue negado por un juez.

A estos nueve ex gobernadores, señalados por desvíos, enriquecimiento ilícito,  lavado de dinero y hasta nexos con el narcotráfico, podrían sumarse tres más:  Gabino Cué (Oaxaca), Carlos Lozano de la Torre (Aguascalientes) y Egidio Torre (Tamaulipas), pues los gobiernos entrantes, de oposición, ya iniciaron la revisión de sus cuentas públicas.

El año de la cacería de gobernadores
El año de la cacería de gobernadores

Duarte, el hombre del año

Los resultados de las elecciones del 5 de junio, cuando el PRI por primera vez en 87 años perdió la gubernatura en Veracruz, fue el principio del fin de Javier Duarte de Ochoa. El político, hoy prófugo de la justicia, representa el máximo nivel de corrupción de los gobernadores por los escándalos que protagonizó.

Junto con la derrota del PRI, quedó al descubierto la falta de recursos para pagar salarios, prestaciones, pensiones, jubilaciones e incluso compromisos de proveedores y los más básicos insumos de sectores como salud, seguridad pública y educación. A la par se descubrió una red de empresas fantasma para obtener contratos millonarios del gobierno estatal.

Ante la avalancha de acusaciones, el 12 de octubre Duarte solicitó permiso para separarse del cargo y enfrentar las acusaciones de corrupción; dos días después desapareció. Ahora la Procuraduría General de la República (PGR) ofrece 15 millones de pesos de recompensa a quien dé informes sobre su paradero.

Hasta el momento se han abierto 75 indagatorias contra Duarte, sus socios y prestanombres; 32 fueron iniciadas por el Servicio de Administración Tributaria (SAT) por contratos  con empresas fachadas o inexistentes; además, 43 están derivadas de las denuncias de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

Está acusado, entre otros delitos, de delincuencia organizada y lavado de dinero. Como  parte de las investigaciones, la PGR le aseguró 112 cuentas bancarias, cinco empresas y cuatro propiedades a prestanombres y socios. El PRI, en tanto, lo expulsó de sus filas. Según el actual gobernador panista de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, el quebranto al erario supera los 100 mil millones de pesos.

Padrés, el detenido

En contraste, Guillermo  Padrés, quien dejó de gobernar Sonora en 2015, sí fue detenido. El panista, a quien su partido le suspendió sus derechos políticos por las acusaciones de corrupción,  estuvo prófugo y hasta la Interpol emitió una ficha roja para su localización. Durante su administración fue cuestionado por el manejo de las finanzas públicas y al final del sexenio, los proveedores reclamaban millonarios adeudos; además, el desplome en infraestructura y la calidad de los servicios de salud y educación, aunado al incremento de impuestos, aumentó el descontento social.

Sus posesiones y las de su familia se vieron incrementadas y sometidas al escrutinio público, ya que sus presuntas adquisiciones revelaban grandes inversiones, entre ellas: la construcción de la presa El Titanic en Bacanuchi; un rancho en San Pedro: El Saucito, en la zona rural de Hermosillo, con un área de reproducción equina  donde los caballos incluso contaban con  aire acondicionado. La Fiscalía Anticorrupción de Sonora (FAS) ha cateado e investigado 21 ranchos vinculados a Guillermo Padrés, familiares y ex colaboradores. Al término de su periodo, el ex gobernador  fue señalado de provocar un quebranto   superior a   30 mil millones de pesos.

La PGR logró su detención en la Ciudad de México, el pasado 10 de noviembre, al salir de una entrevista radiofónica; el ex mandatario está acusado   de defraudación fiscal y operaciones con recursos de procedencia ilícita,  por un monto de 8.8 millones de dólares.

Yarrington, el profeta

Quien parece haber profetizado su destino es Tomás Yarrington. El 29 de noviembre de 2004, pronunció una frase que 12 años después se volvió en su contra: “La política es una vitrina donde todo se ve,   se sabe, se juzga y se cuestiona”. Era la sesión solemne del Congreso local, en Ciudad Victoria, en la cual Yarrington entregó su sexto informe de gobierno.

Ahora, la PGR ofrece una recompensa de hasta 15 millones de pesos por él , mientras que  el PRI, que lo cobijó por décadas,  lo expulsó.

El gobernador comenzó a ser investigado por la PGR desde 2004 por presuntos nexos de narcotráfico y lavado de dinero, antes de concluir su gestión; también es buscado en Estados Unidos. Hasta 2012 oficialmente se convirtió en prófugo de la justicia y este año se revivió el caso, tras la llegada del panista Francisco García Cabeza de Vaca al gobierno de Tamaulipas.

El cuarto gobernador que enfrenta denuncias penales es el panista Rodrigo Medina, acusado por su sucesor en el gobierno de Nuevo León, el independiente Jaime Rodríguez Calderon por ejercicio indebido de funciones y peculado.

El Bronco, quien se convirtió en gobernador en 2015, anunció una serie de acciones contra Medina de la Cruz —investigado en Estados Unidos—, pero hasta el momento sólo está vinculado a proceso por el presunto desvío de 3 mil 600 millones de pesos. Borge, el  vendedor

Otro ex gobernador que enfrenta denuncias es el priísta Roberto Borge (Quintana Roo), a quien el PRI le suspendió sus derechos políticos. Hasta el momento han presentado nueve denuncias ante la PGR y la fiscalía estatal que involucran al menos a 20 personas, incluidos la madre del mandatario y presuntos prestanombres,  por rematar 9 mil 500 héctareas de la reserva territorial estatal, entre otros delitos.

El ex priísta y ahora panista Carlos Joaquín González, actual mandatario, prevé que en total sumarán 20 querellas en su contra. Entre otras, destaca la propiedad del estado a la madre del ex gobernador a un costo de 137 pesos por metro cuadrado cuando el valor comercial es de 200 dólares, en Cozumel.

César Duarte, el prestamista

También el ex gobernador de Chihuahua César Duarte  terminó su encargo envuelto en una serie de escándalos y acusaciones de corrupción, que van desde denuncias penales por enriquecimiento ilícito, hasta facilitar aviones oficiales al fallecido cantante Juan Gabriel para que realizara una gira artística.

De acuerdo con el actual gobernador, el panista Javier Corral Jurado, son 60 expedientes que se   integran para presentarlos ante autoridades ministeriales y administrativas a fin de que se la finquen cargos a Duarte.

El caso más sonado hasta el momento, y por el que ya existe una denuncia formal ante la PGR, es por su aportación financiera de 65 millones de pesos a la financiera Unión Progreso, de la cual se convirtió en accionista. De acuerdo con los señalamientos, Duarte depositó más de 80 mil millones de pesos del erario público en dicha institución, a fin de que se capitalizara y pudiera lograr su registro como banco.

Con el Congreso en contra

El ex gobernador de Colima, Mario Anguiano Moreno, dice que no terminará como Javier Duarte o Roberto Borge, pues asegura que el déficit financiero de mil 800 millones de pesos que documentó el Órgano Superior de Auditoría y Fiscalización Gubernamental (Osafig) por irregularidades cometidas durante los ejercicios fiscales 2013, 2014 y 2015 es una herencia de administraciones anteriores.

En junio pasado el Congreso de Colima denunció penalmente a Anguiano Moreno y a cinco de sus ex colaboradores ante la Procuraduría General de Justicia del Estado por la contratación de un  crédito por  638 millones de pesos; los acusó de cometer peculado y ejercicio indebido de funciones, además de falsear información ante autoridades no judiciales.

El Osafig ha solicitado a los legisladores imponer a Anguiano Moreno una sanción de 14 años de inhabilitación para ocupar cualquier cargo público y una multa de 707 millones 66 mil pesos, equivalentes al daño al erario del que se le responsabiliza directamente.

Protegido a medias

En sus últimos días como gobernador de Zacatecas, el priísta Miguel Alonso Reyes quería salir por la puerta grande, ser recordado y llamar la atención a nivel nacional para catapultarse en cargos públicos en el gobierno federal; dijo públicamente que había entregado buenas cuentas a su partido por mantener la gubernatura para el PRI.

El ex mandatario llamaba la atención con eventos e inauguraciones de obras públicas, algunas sin concluir; quería que las placas se colocaran con su nombre antes del 12 de septiembre. En cada suceso la Banda Sinfónica tocaba Las Golondrinas. Un dato que llamaba la atención era que Alejandro Tello se desmarcó de Alonso durante su campaña, sin embargo, acudía a sus eventos públicos.

En septiembre, días después de que concluyó el encargo, EL UNIVERSAL reveló una serie de irregularidades por el pago de “moches” a familiares, según constaba en operaciones que aparecen en correos electrónicos, cuyos contenidos están en posesión de este diario. Presumiblemente se realizaban contratos millonarios a empresas a través de licitaciones irregulares, por al menos mil 500 millones de pesos, en las que se involucraba directamente a su hermano Juan Alonso, quien presuntamente encabezó una red de tráfico de influencias y adjudicaciones discrecionales en equipos médicos, obra pública y programas de alimentación.

En mayo, un grupo de legisladores de oposición ya había presentado una denuncia penal ante la PGR por el delito de peculado y enriquecimiento ilícito, pero ésta se congeló por presentarse durante plena campaña electoral.  El 3 octubre la administración de Alejandro Tello reveló que la administración alonsista había heredado una deuda pública superior a los siete mil 700 millones de pesos, además de las observaciones de diferentes órganos fiscalizadores, que encontraron anomalías por cinco mil 994 millones de pesos.

Desde septiembre,  Alonso Reyes no se dejó ver en Zacatecas ni en sus redes sociales, hasta finales de noviembre, cuando fue nombrado director general de Fonatur.

El 6 de diciembre se interpuso otra denuncia penal contra el ex gobernador  en la PGR por los probables delitos de ejercicio ilícito del servicio público, abuso de autoridad, concusión, peculado, enriquecimiento ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita.  El 19 de diciembre se sumó una tercera denuncia, también ante PGR. Soledad Luévano, ex candidata de Morena al ayuntamiento de Zacatecas, presentó la querella por los delitos de abuso de autoridad, peculado, tráfico de influencias y negociaciones ilícitas. Asegura que hubo un desvío superior a los mil millones de pesos del erario para promoción personal, a través de dos contratos a dos empresas, por 13 millones 800 mil pesos, para la creación y administración de perfiles falsos en redes sociales y para el envío de mensajes de texto.

Explicación no pedida.

El ex gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, no tiene, por lo pronto, ninguna aureola legal que lo proteja, luego que un juzgado federal le negó el amparo que promovió contra una orden de aprehensión. El argumento del juez fue sencillo: negó el amparo porque no existe ninguna orden de captura y no puede amparar cuando todavía no se presenta una presunta violación. Lo mismo para los más de 20 ex funcionarios que buscaron ampararse ante una posible aprehensión.

Antes de terminar su gestión declaró que su administración cerraría con una deuda de 5 mil millones de pesos, un “pasivo controlado”. Sin embargo, la administración entrante informó que la deuda superaba los 15 mil millones de pesos. El recurso de protección federal se dio también días después de que el actual gobierno de Durango detuvo a la ex subsecretaria de Egresos, Leonor Gutiérrez Flores, por presuntamente ocultar información y ejercicio indebido de la función.

Además, la administración entrante se encontró con que la Auditoría Superior de la Federación encontró faltantes por más de cuatro mil millones de pesos, observaciones que no solventó el gobierno de Jorge Herrera en 8 meses de este año.

Sin control ni contrapeso

Para Guillermo Cejudo Ramírez, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), los actos de corrupción han alcanzado proporciones desmesuradas, en una época donde este tipo de comportamiento es más visible y menos tolerado por la opinión pública, por lo que debe ser prioritaria no sólo la investigación, sino que los resultados tengan consecuencias penales y administrativas.

Explica que la conjunción de dos procesos hicieron que este año sea negro para ex mandatarios estatales. Por un lado, en lo que va de este siglo los gobernadores se han empoderado luego de que se perdió el control autoritario que ejercía el Presidente en turno.

Desde la Presidencia —dice el doctor en Ciencia Política por la Universidad de Boston— se ejercía “el control político, de estabilidad; servía como un freno a los despropósitos, abusos o las desmesuras de algunos gobernadores”.

El segundo proceso, añade el también experto en temas de transparencia y administración pública, tiene que ver con la presión ciudadana y la construcción institucional de sistemas anticorrupción y de transparencia.

Comenta que se cortó el control autoritario, pero nunca completó el proceso de generar un control democrático, aunado a que “las legislaturas estatales son quienes nos quedan a deber, porque cualquier presupuesto que pasó un gobernador, cualquier endeudamiento, cualquier cuenta pública o cualquier ley, pasó por las legislaturas y no han funcionado ni para amarrarles las manos ni para llamarlos a cuentas”.

El desafío verdadero para combatir la corrupción es estructural, porque detrás de los gobernadores hubo secretarios, funcionarios, empresarios, es decir “no sólo fueron una manzana podrida, sino redes de corrupción que operaron para desviar recursos y sustraer del dinero de todos para su propio beneficio”, alerta.

Menciona que en las urnas se reflejó el descontento social y en algunos casos, como Veracuz, el escándalo era de tal magnitud que el mismo PRI se deslindó; esa fue una de las razones por la que algunos votantes se inclinaron por los actuales gobernadores, por la oferta de terminar con la impunidad, y ahora deben responder a esa promesa y actuar en consecuencia, con sanciones penales y administrativas.

Habrá que esperar lo que ocurra en 2017, cuando en Tlaxcala, Puebla y Sinaloa rindan protesta los gobernadores a hora electos. En los primeros dos, no se prevén sobresaltos, pues la estafeta se quedó en los mismos partidos, PRI y PAN, respetivamente, mientras que en Sinaloa, el ex priísta y aliancista Marío López Valdez, perdió ante el candidato tricolor Quirino Ordaz, quien tendrá el poder de revisar las cuentas públicas. Otro caso es Hidalgo, donde a pesar de señalamientos en contra del ahora Francisco Olvera, su sucesor, Omar Fayad, ambos priístas, no observó ninguna irregularidad.

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