En los movimientos de Francisco Martínez Velázquez se conjuga el ritmo, la sincronía y la fuerza. Una y otra vez golpea, funde y enfría el cobre, hasta convertirlo en una pieza de arte. Para él, los días de asueto son escasos, pero la retribución sólo la ve una o dos veces al año: “Los clientes ya no llegan y nuestros recursos vienen principalmente de premios obtenidos en concursos”, comenta el hombre de brazos fuertes.

Hace 45 años, don Paco aprendió a elaborar piezas de cobre mediante una técnica prehispánica, “oficio heredado por mis antepasados y que ahora enseño a mi hijo”, presume y su voz se funde con el sonido del martillo, que pega sobre el lingote de cobre.

El artesano dedica la mayor parte de su esfuerzo a elaborar piezas con las que competirá en la Feria Internacional del Cobre realizada en su pueblo natal, Santa Clara del Cobre y el Concurso Nacional Artesanal, donde ha conseguido premios de primer y segundo lugar. Con un jarrón de una sola pieza, sin soldadura y completamente martillado a mano, obtuvo un primer lugar, por el que recibió 25 mil pesos. A la obra le dedicó ocho meses de trabajo.

Sentado en uno de los yunques en los que extiende el metal, dice que la industrialización del laminado de cobre perjudicó a los artesanos que, como él, trabajan a martillazos; nos puso en desventaja, el material se encarece año con año, se trabaja a mayor velocidad y nos quitó clientes que gustaban de artesanías realizadas ciento por ciento a mano.

“Nosotros duramos entre 15 días y un mes con una pieza que se vende en 2 mil pesos, mientras que los que trabajan el laminado sacan centenares de ellas a más bajo costo, que es lo que prefiere la gente”, comenta con tristeza.

Francisco dirige uno de los ocho talleres artesanales de Santa Clara del Cobre, único lugar en el mundo donde se trabaja el cobre a martillazos. El pueblo llegó a tener 80 talleres de este tipo, donde trabajaban familias enteras.

Los artesanos recuerdan que en este pueblo se elaboró el pebetero en el que se encendió el fuego olímpico en las justas deportivas de México 68, pieza que aún se encuentra exhibida en el Estadio Olímpico Universitario, donde se inauguraron las olimpiadas.

Joyería, la nueva era del cobre

Grecia Gaytán Macías es diseñadora de modas y en los últimos años se ha especializado en la elaboración artesanal de joyería en cobre a través de su empresa Arte de Fuego, con la que, junto con su hermana Fabiola, han impuesto una importante tendencia.

La inspiración de la joven, de 27 años, se basa en la cultura prehispánica y para ello trabaja el diseño, el fundido del metal, el martillado y hasta el tono de color del cobre que obtiene regulando la temperatura del fogón, para luego dar los toques finales. Platica que la técnica tiene sus raíces en la cultura purépecha y fue perfeccionada con la llegada de don Vasco de Quiroga a tierras michoacanas.

Grecia siempre sonríe; es minuciosa y exigente. Comenta que sus artesanías se venden en galerías de reconocidos hoteles y centros comerciales de la Ciudad de México, y las exportan a Estados Unidos.

Tecnología contra artesanos

Hace unos 30 años comenzó la semi industrialización en la elaboración de piezas de cobre, cuando un grupo de artesanos abandonó el proceso de extender la lámina para darle forma a martillazos y optó por comprarlas procesadas y moldearlas con máquinas.

Si bien todos los cobreros lamentan que haya sido desbancado el trabajo artesanal por la industrialización, reconocen que es la tendencia comercial y la demanda las que les exige otro tipo de piezas; con mayor rapidez, utilidad y cantidades.

Román García Pérez y sus hermanos fueron de las primeras familias que se arriesgaron por la semi industralización, cuando un grupo de comerciantes le requirieron piezas a granel para acomodarlas en diferentes mercados del país.

“Alguien tenía que hacerlo, porque ya nos compraban muy pocas artesanías y el mercado demandaba otro tipo de productos”, narran.

No se arrepienten. Los hermanos García Pérez son dueños de uno de los cuatro talleres de laminado de cobre que hay en la comunidad, emplean a cerca de 150 personas en total y son de los que más comercializan sus piezas en México y Estados Unidos.

Sin embargo, Claudio Méndez Fernández, director del Instituto del Artesano Michoacano, lamenta que el consumidor se vaya por otro tipo de producción que no es tan artesanal.

Adelanta que como parte de las acciones para el rescate de la artesanía, en 2017 instalarán en Salvador Escalante un centro de acopio de cobre, donde habrá una participación directa también de la autoridad municipal.

Cuestionado sobre por qué actualmente no se venden las artesanías en centros comerciales, Méndez Fernández recuerda que en los años 2009 y 2010 se exhibieron piezas en El Palacio de Hierro, lo cual dejó una venta de 6 millones de pesos en total.

Precisó que la venta de estas piezas únicas de cobre no ha sido directa del artesano a la tienda, sino a través del mismo Instituto, quien se le compra al precio que fijan los mismos cobreros para revenderlas, como forma de apoyo.

Claudio Méndez indicó que este año, el IAM obtuvo un monto total de venta de artesanías de cobre de un millón 224 mil 549.23 pesos y ya buscan nuevos puntos de comercialización, como la venta en línea, el desarrollo de un modelo de franquicia que permita y una muestra itinerante en diferentes puntos del país.

Después “se estará buscando, y ya hemos avanzado pláticas, con las grandes cadenas departamentales para que sea otra manera de apoyar al artesano, humanizar su trabajo y rescatar esta técnica ancestral que no se puede perder. Por cierto, no se vale regatear”, enfatiza.

Explica que el componente artesanal dentro del ramo turístico representa cerca de 40% del Producto Interno Bruto (PIB) y de los ingresos en materia de turismo en el municipio de Salvador Escalante, aunque actualmente, precisa, que 90% de la oferta hotelera se concentra en Zirahuén.

EU, el mejor mercado

Según cifras oficiales, en Santa Clara del Cobre hay cerca de 800 artesanos y 86 talleres, de los cuales, sólo ocho elaboran piezas artesanales, como lo corroboró EL UNIVERSAL durante un recorrido por esa comunidad.

Los principales estados del país en los que se comercializan las piezas de cobre —artesanales o no— son Ciudad de México, Guanajuato, Querétaro, Colima y Aguascalientes.

El 60% de lo que se produce a granel se va a Estados Unidos, lo que ha permitido considerablemente la recuperación económica del sector productivo del cobre, luego de varios años de crisis económica por la violencia que ahuyentó a turistas y consumidores potenciales de sus productos, sin contar la extorsión a los mismos trabajadores de este preciado metal.

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