Chilpancingo

Desde la cima se ven casas diminutas de colores en colonias de alrededor: la gente va y viene; se aprecia el centro comercial de la capital —donde está el único cine—, parte del bulevar Vicente Guerrero, campos verdes, flores amarillas y contaminación. Por este lado, el aire es más espeso y gris. Unos van presurosos remueven basura, buscan cartón, latón, pet. El olor intenso a podrido parece no molestarles, ni a los zopilotes que revolotean y que llegan conforme pasa el día.

Aquí, en el basurero de Chilpancingo, los desechos forman un vértice que casi llega a los cables de luz con esferas anaranjadas que indican un relleno a su máximo de capacidad. Esas bolas en forma de calabaza están a punto de ser tocadas por sillones abandonados, pilas de cartones, pirámides de botellas de pet o desperdicios orgánicos. Todo el día sobrevuelan aves de carroña y mosquitos, a los que ya se acostumbraron pepenadores y choferes recolectores.

Desde hace cuatro años, según la Procuraduría de Protección Ecológica (Propeg), el relleno sanitario debió ser clausurado. Desde su inicio como basurero a cielo abierto, en 1992, le calculaban poco tiempo de operación; en 2000, cuando lo formalizaron como sitio de disposición final, autoridades acuerdan 10 años para comenzar con el proyecto de cierre. A la fecha, con tres multas a cuestas, sigue abierto.

Los días para la gente que vive de la basura se tornan más difíciles. Rocío es pepenadora desde hace más de 12 años. En los desechos ha encontrado cadenas de oro, santos que se lleva a su casa y juguetes para su hija, pero cada vez se enferma más de los ojos. En lo que va del año ha tenido conjuntivitis cinco veces y se siente más cansada durante su jornada laboral de nueve horas.

Con las manos atadas

El titular de la Propeg, José Pérez Victoriano, admite que el basurero debe cerrar cuanto antes: por ese motivo el ayuntamiento cuenta con tres multas que suman 550 mil pesos. La dependencia; sin embargo, no tiene la facultad, dice, de solicitar una investigación que finque responsabilidades contra autoridades municipales; además, admite que no hay estudios que indiquen cuánto contamina el relleno sanitario.

Que no haya dónde depositar la basura en Chilpancingo, una capital de casi 200 mil habitantes, es una complicación. Con frecuencia, esquinas rebosan de bolsas de desperdicios, muchas en el primer cuadro de la ciudad.

Miguel Ángel López Soto, encargado del basurero de Chilpancingo, asegura que reciben mínimo 300 toneladas al día, pero en festividades llegan hasta 400 toneladas.

El ex responsable de las brigadas de limpieza del ayuntamiento Benito Juárez Castañeda prefirió seguir como chofer de una unidad recolectora a tener que coordinar a los 14 disponibles porque “no había presupuesto”.

“Son 600 colonias para unos dos carros, a veces, cuando no sirven los demás, son muchos problemas, mejor así”, admite.

Son casi 150 camionetas de las llamadas La Basura Jefa, por el timbre con que se anuncian en las calles, más los carros del ayuntamiento, los que van diario a La Cinca, colonia del poniente de Chilpancingo, donde está el relleno sanitario: “Se tardan hasta ocho o 10 horas en poder entrar y tirar la basura, ya no hay lugar”.

Con el cálculo de recolección de 350 toneladas diarias, el basurero está rebasado por 511 mil.

Cierran puertas a otro tiradero

A finales de octubre, los alcaldes del municipio Eduardo Neri, Pablo Higuera, y de Chilpancingo, Marco Leyva, acordaron que buscarían un terreno para la construcción de un relleno sanitario que cumpliera con la norma sanitaria 083, como exige la Semarnat. Higuera ha señalado que en su municipio también hay problemas de sobrecupo de basura y aquí no podría recibir la basura.

Antes, Marco Antonio Leyva dijo que la basura se iría para Metlapa, Tixtla. En respuesta, el perredista Hossein Nabor Guillén argumentó que en Tixtla se producen menos del 10% de la basura que genera Chilpancingo, y negó que el terreno en su municipio, donde se pretendía realizar el basurero, corresponda a la capital.

Urge monitoreo ambiental

El ambientalista y ex titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren), Octavio Klimek Alcaraz, asegura que el basurero en Chilpancingo no cuenta con una medición de contaminación.

Es un asunto difuso “monitorear el agua subterránea para saber si hay problemas con los lixiviados (líquidos que se filtran a través de los residuos) que emite el sitio, qué pasa con los malos olores que son palpables”.

Detalla que son seis rubros que el ayuntamiento debe cubrir: “Una cerca perimetral, la construcción de una cámara de captación de lixiviados, darle tratamiento de recirculación a las celdas, un sistema de captación del biogás en la primera pirámide, coberturar residuos solidos de la parte sur y evitar el ingreso de fauna nociva”.

De regreso a Chilpancingo, bajando la segunda curva de la pirámide final de depósito, se observa una flor amarilla que nació en un área donde escurren líquidos verdes. Los más de 100 pepenadores, dicen, seguirán trabajando por sus 100 o 120 pesos al día, porque “mientras sean peras o manzanas, uno aquí sigue”.

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