El flujo migratorio centroamericano en algunas regiones de Chiapas continúa como un gran desafío, porque volvió a incrementarse en los últimos meses, y es semejante a las estadísticas de hace dos años, con un promedio de recepción de cien migrantes por día, afirmo el obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel.

Al concluir este domingo el Año de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, el obispo chiapaneco enlisto las acciones y beneficios realizados por la Iglesia en favor de los migrantes en territorio chiapaneco.

Así, de 1985 a 1995 atendió a más de 100 mil refugiados guatemaltecos; de 1980 a la fecha, se reciben a migrantes de diversos países, en su ruta a los Estados Unidos, en albergues situados en las regiones Soconusco e Istmo Costa.

En esos sitios se proporcionan asistencia a trabajadoras domésticas de Guatemala, se promueve la aldea Arcoiris, que es un centro para refugiados, donde aprenden costura, cocina, carpintería y electricidad, donde luego de un curso de tres meses, la ACNUR los puede considerar candidatos al status de refugiados.

En el documento Obras de misericordia con los migrantes, Arizmendi Esquivel detalló que en la arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez se promovió el albergue Casa del Migrante, Jesús Esperanza en el Camino.

Pero también en la diócesis de San Cristóbal de las Casas se ofrece albergue y asistencia jurídica en el albergue Casa del Caminante, y se construye un taller para que los migrantes elaboren para su comercialización velas y cirios.

Felipe Arizmendi destacó que en ocasión de la visita del Papa, en febrero pasado, para ayudar a los migrante se colectaron 250 mil pesos, y el papa Francisco les entregó 80 mil euros “para los pobres, los cuales se aplican para diversos requerimientos de sacerdotes, religiosas y fieles en necesidad El religioso precisó que se abrió también la casa de migrantes San Martín de Porres en San Cristóbal de las Casas, con apoyo de ropa, alimentos y asesoría en derechos humanos.

En Comitán de Domínguez se tramita un terreno para un albergue más grande permanente; en Salto de Agua se construye el albergue Betania, mientras que en Frontera Comalapa se habilita el albergue San Rafael para quienes piden refugio político y huyen de la trata de personas. El lugar dispone de una psicóloga, una trabajadora social, un abogado y un sacerdote jesuita.

La diócesis adquiere en ese municipio un terreno para levantar la bodega temporal San José para migrantes, y se abrió el comedor papa Francisco, para migrantes.

El documento Obras de misericordia con los migrantes destaca la ayuda a trabajadores migrantes guatemaltecos para regularizar su situación y que sus hijos ingresen a la escuela.

afcl

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