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Cuando una tos intensa lo atacó, no le dio importancia hasta que duró más de seis meses. Desde los cuatro años padecía una afección pulmonar y estaba acostumbrado a esto, aunque nunca tan agresivo.

Al recibir el diagnóstico, todo se borró de su mente: “Sentí un zumbido y no pude oír nada más. No supe cómo salí del consultorio, cómo llegué a mi casa, si tomé taxi, metro o me fui caminando, no recuerdo nada, lo he intentado, pero sigo sin saberlo. Reaccioné cuando estaba en mi casa y mi pareja de entonces al ver mi cara me dijo: ‘¿Estás infectado, verdad?’”.

Era 1986 y en ese tiempo se decía que el Sida era el cáncer gay, la maldición de los homosexuales, su castigo y una sentencia de muerte. Josué hoy, 29 años después, sabe que el VIH-Sida ya no es mortal, que los avances médicos han tenido un avance brutal y desde entonces promueve —a través del teatro, su pasión— las medidas de prevención para evitar el contagio, especialmente entre jóvenes y adolescentes.

Josué es uno de los 178 mil 591 mexicanos que han sido diagnosticados con VIH-Sida desde 1983 hasta el 13 de noviembre de 2015, según cifras preliminares del Censida, cuyos casos han ido a la baja desde 2007.

Tres años antes de que Josué supiera que estaba infectado, México inició los reportes de este tipo de casos, con 67 diagnosticados. Antes, en 1981, se declaró oficialmente el padecimiento en Estados Unidos, aunque hasta 1982 fue nombrado como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) y más tarde se diferenció entre Sida y Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), para distinguir a los que enfermaban y los portadores del virus.

En esa década los tratamientos aún eran experimentales; además, había muchos mitos en torno a cómo se podía contagiar, ahora se sabe que sólo por vía sexual, sanguínea y perinatal se puede infectar una persona.

La lucha. El día que Josúe se enteró del mal, su pareja quiso abrazarlo; sin embargo, él no se dejó para no contagiarlo; entonces tomó dos decisiones: una, usar condón en todas sus relaciones, y dos, “busqué la piedra filosofal; todos los fines de semana iba a diferentes lugares, para encontrar la cura, desde aguas milagrosas hasta acupuntura y otras cosas”.

Él sospecha que se infectó en 1985, aunque el diagnóstico lo recibió en junio de 1986. Renuente a consultar a un médico alópata, acudió con un homeópata, quien después de escucharlo, le pidió muestras de sangre en tres ocasiones. Finalmente, el médico le reveló que lo hizo porque quería estar seguro de la confirmación del virus.

Durante 10 años, Josué vivió sin acudir al médico, sólo tomaba medicina homeópata, hasta que un día recayó y tomó un año terapia sicológica para convencerse que debía medicarse.

Uno de los peores momentos lo vivió en 1996, cuando se sintió mal y acudió a un hospital del IMSS a hacerse unas pruebas. Ese día, se reunieron tres médicos y dos enfermeras para preguntarle sobre cuántas veces se había desmayado y el respondió que ninguna; le creyeron tras varios cuestionamientos y le dijeron los niveles con los que llegó: el conteo de células CD4 era de seis, por lo que le explicaron que técnicamente no era posible que estuviera bien.

Según los parámetros, en el cuerpo humano hay un conteo entre mil y mil 500 CD4, que son parte de las células del sistema inmune que ataca el VIH. para determinar que un paciente lo tiene , los niveles deben ser menores a 350 y para considerarlo Sida es de 200; a partir de ese momento cualquier enfermedad puede llevar a la muerte.

Josué Quino tiene 57 años y ha sobrevivido al diagnóstico. Ha sido testigo de la transformación de medicamentos, pues en una etapa llegó a tomar 28 pastillas diarias; hoy sólo consume 8. Actualmente señala que hay un nuevo fármaco que contiene todos los ingredientes activos para controlar el Sida, del cual aún no hay cura, ni vacunas que lo prevengan.

Cuando se enteró y los años posteriores, no dejaron en Josué el sentimiento de venganza o ideas suicidas y asegura que gracias al amor por el teatro, de su familia y amigos ha logrado vencer la enfermedad.

Sin embargo, reconoce tres casos de suicidios y que ha platicado con mucha gente que ha sido discriminada.

En México, a partir de 1983, la cifra de enfermos de VIH-Sida fue en aumento hasta llegar a 1999, cuando se registró el nivel más alto, con 8 mil 858 diagnósticos. Desde ese año y hasta 2006, la cifra se mantuvo por encima de 8 mil casos, pero a partir de 2007 el número va a la baja, al contabilizar 4 mil 854 en 2014 y en lo que va de este año se tienen registrados 3 mil 407.

Por estados, el Distrito Federal es el que presenta más casos de Sida con 26 mil 431, seguido del Estado de México con 18 mil 782, Veracruz con 15 mil 680, Jalisco con 12 mil 738 y Chiapas con 8 mil 999. Sin embargo, al considerar los casos de Sida por cada 100 mil habitantes, Campeche encabeza la lista con una tasa de 18.2, seguido de Colima con 7.3, Guerrero con 7, Yucatán con 6.6 y Michoacán con 5.9.

Cifras del Centro Nacional de Prevención y Control del VIH-Sida (Conasida) destacan que el mayor número de contagios son por vía sexual, con más de 121 mil casos, mientras que la prevalencia entre hombres y mujeres afecta a 146 mil 486 personas del sexo masculino y 32 mil del sexo femenino.

Josué Quino nació en Veracruz, y al radicar en el DF fue cuando le detectaron el virus, actualmente vive en Querétaro, donde realiza diversas actividades de prevención, incluida la atención a adolescentes que se dedican al sexoservicio y, que según la investigación que ha realizado su organización, la mayoría de sus clientes son hombres casados, por lo que es importante que las campañas de difusión incluyan a todos los grupos de la sociedad, al ser un factor de riesgo, además de que se realicen no sólo en el Día Mundial del Sida, 1 de diciembre, sino de forma permanente.

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