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A dos meses de que agentes federales asesinaron, en una presunta confusión, a Miguel Ángel Martín y Alejandro Contreras Sierra, no hay detenidos y las familias de las víctimas siguen esperando justicia.

El domingo 27 de septiembre un grupo armado, a bordo de un vehículo particular, disparó contra una patrulla federal. El agente que conducía la unidad resultó lesionado, pero logró pedir ayuda a sus compañeros, quienes iniciaron una persecución.

Al llegar a la calle Belisario Domínguez los uniformados rafaguearon una camioneta Ford Ranger donde viajaban cuatro jóvenes; dos perdieron la vida, Miguel Ángel Martín y Alejandro Contreras Sierra, mientras que Jorge Luis Estrada y Roberto Contreras resultaron heridos de gravedad. Las víctimas no tienen historial delictivo.

Ante la exigencia de justicia, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) inició una investigación y la Procuraduría General de la República (PGR) atrajo las indagatorias, pero ninguna ha emitido un fallo, narra Julio César López, hermano de Miguel Ángel, El Bolillo.

“Nos reunimos con el gobernador de Tabasco, con la CEDH y nos atendieron en la PGR, pero lo único que sabemos es que han declarado más de 20 judiciales”, refiere.

Relata que estos dos meses han sido difíciles para toda la familia, debido a que no han encontrado el consuelo. “Tratamos de olvidar todo, pero no podemos”, señala.

“Aún esperamos que vuelva [Miguel Ángel], pensamos que es una pesadilla y que pronto regresará”, dice Julio César acompañado por Carlos Contreras, hermano de Alejandro, el otro joven que murió que el sitio.

“Las indagatorias van lentas porque realizan pruebas especializadas y rechazan las que aportó la Fiscalía del estado, la investigación fue turnada a la PGR y al Ministerio Público federal. Si hay inconsistencia esperemos que puedan aclararlas”, cuenta Carlos.

Sus vidas. Alejandro Contreras Sierra, originario de Villahermosa, tenía 29 años de edad y lo conocían sus amigos como El Negro. Desde niño fue muy alegre, servicial, “era el ángel de las fiestas. Le gustaba bailar, comía de todo, nunca se peleó con sus amigos”, relata su padre, Freddy Contreras.

Unos meses antes de que fuera asesinado había concluido su carrera de Ingeniero Ambiental, estaba en trámites de su titulación y mientras encontraba un trabajo a fin a sus estudios laboraba en la empresa de su tío Mario, quien organiza bodas y fiestas.

Aficionado al futbol, Miguel Ángel López Martínez, El Bolillo, de 31 años, tenía dos hijos. Era operador de una planta potabilizadora de agua en la plataforma Abkatún Delta, de la que había bajado el 15 de septiembre y debía regresar el 29 de septiembre, pero el domingo 27 falleció.

Por la muerte de estos dos jóvenes se organizaron protestas y una marcha que movió a la sociedad civil, porque según sus familiares no había motivo alguno para que los agentes federales abrieran fuego en su contra.

Carlos Contreras, hermano de Miguel Ángel, cuenta que tan difícil serán las fiestas de diciembre: “Siempre esperábamos esta época porque cenábamos juntos, pero esta navidad, ya no será igual”.

Dice que estos hechos lo han hecho más humano, más servicial y más solidario. “Es algo que no le deseo a nadie, a mi hermano lo extraño y lo quiero”, señala Carlos.

Por su parte, Julio César pide justicia para ambos y exige a las autoridades hacer valer su investidura. “Queremos justicia, si ellos son los encargados de aplicar la ley que empiecen por su casa”, exige.

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