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No hay punto de comparación entre lo que significa descubrir los secretos de la cocina y ser papá. Para nada, dice Toño de Livier. O bueno, si podemos hacer algún acercamiento, comenta, el ejemplo es una película.

“Ser papá es como el efecto Ratatuille, pero multiplicado por mil”, dice el anfitrión de Cocineros Mexicanos, aludiendo al filme animado.

Hace seis meses, el chef dio la bienvenida a su hijo Patricio, pero desde antes que naciera, experimentó los síntomas del embarazo.

Todo el tiempo se le entojaban galletas con leche y helado, también tuvo náuseas que terminaron con el nacimiento de su bebé que, dice, traía torta bajo el brazo: además de procurarle mucho trabajo, ha cambiado la forma en la que él experimenta la cocina.

“Te vuelve mucho más sensible, cuando termino de hacer una receta o algo, la pruebo y si no siento amor no está lista todavía. En mi caso me hizo más exigente.

“Hace rato estaba haciendo mole verde para venderlo la semana que entra y no estaba contento, le hacía falta algo, le agregué cilantro y ya quedó” platica Toño.

Experto en satisfacer el paladar de sus clientes, no ha tenido la misma suerte a la hora de cocinar para Patricio. Cuando el pequeño pudo comer otra cosa además de leche, él fue quien preparó su primer platillo.

“Le hice una papilla de aguacate. No le encantó. Es increíble ver su reacción, es lo primero que probaba en su vida después de la leche y no le encantó, estaba haciendo caritas muy extrañas” dice sonriendo. Pero no pierde la esperanza de que en el futuro tenga mejor suerte y por supuesto, poder compartir con él la magia de entrar a la cocina.

“Yo me muero de ganas de hacer música con mi hijo usando sartenes, cacerolas y licuadoras”, apunta.

El Chef Viajero. Para Nico Mejía, el Chef viajero de Cocineros Mexicanos, la paternidad ha tenido para él distintos rostros.

Tiene cuatro hijos, dos que rondan los veinte años, uno de 11 y la más pequeña de unos meses.

El chef reconoce que mucho tiempo no fue un buen padre, pero actualmente la cocina ha servido para acercarse poco a poco a sus hijos.

“No supe ser una padre con ellos. Mi mente divagaba muchísimo, fue difícil y me llevó tiempo tener una relación con los dos más grandes.

“Mi hija acaba de venir hace 15 días y aproveché que tenía un evento donde cocinamos una vaca entera y estuvimos juntos cocinando y compartiendo la cocina desde mi punto de vista”, dijo a EL UNIVERSAL.

“Creo que voy a tener que pagar lo que hice, creo que no he sido un buen padre con mis dos primeros hijos y con el tercero tampoco, con la beba estoy tratando de cambiarlo”, compartió.

Pero Nico Mejía asegura que la gastronomía lo ha ayudado a que sus hijos vean qué hace su papá.

“Es una labor ejemplar. Espero que puedan ver en mí el papá con un camino”, expresa.

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