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Cada que hay una función de La dama de negro, Rafael Perrín jura ver en el escenario a Germán Robles, fallecido en noviembre pasado y quien durante una década participó en la puesta en escena.

“¡A mí se me aparece! Hay una parte en donde me queda de frente una de sus fotografías y juro, por Dios, que lo veo y que siento que me sonríe. Nunca se me va a olvidar cuando inauguramos un foro chiquito al que le pusieron su nombre y cuando lo despedí le dí un beso en la frente; él volteó con los ojos llorosos y dijo que sólo podía decirme gracias. Esa vez fue la última que lo vi y cada que veo esa foto, le digo, gracias don Germán”, señala.

La dama de negro, la cual cumple este mes 22 años de estar en marquesinas, cuenta la historia de Arthur Kipps, un hombre que ha vivido aterrado a partir de una experiencia de juventud.

Su pasado debe ser contado ante un público conformado por familiares y amigos, por lo que decide escribir su historia y busca la ayuda de John Morris, un escéptico director, para que lo oriente a interpretar adecuadamente su texto. Para esto se citan en un viejo teatro.

Desde la muerte de Robles, la producción de Antonio Calvo le rinde un homenaje en el escenario. “Había una frase que él decía y era: ‘querían conocer mi historia, pues ya la he contado’, en el momento en que termina, apagamos las luces y se ven sus fotos.

“La obra es precisamente lo que es por esa raíz que él sembró tan sólida, comemos muchas familias de ella y también es un árbol que hemos hecho más frondoso”, externa Perrín emocionado.

Ahora se planea un festejo involucrando a todos los actores que han participado en él, además de construir una “casa fija”.

Está el proyecto de construir dos teatros para 800 y 300 localidades, respectivamente, siendo este último, el destinado exclusivamente para La dama de negro.

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