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La vida de Zoé y la del Vive Latino siempre ha estado ligada como dos hermanos que a través de casi dos décadas han madurado a la par.

Por ello, este domingo previo al cierre de la edición XVIII del encuentro musical en el Foro Sol, los presentes, que han crecido con el festival y el grupo regiomontano, celebraron al rock, a su banda y a la música en general.

“Hola, México, gracias por estar aquí, vamos a celebrar estos 20 años juntos”, expresó el vocalista León Larregui a su arribo al escenario principal del festival y quien en medio de su actuación, también recitó un fragmento (en náhuatl y español) de “No acabarán mis flores” del poeta chichimeca Nezahualcóyotl.

El grupo comenzó su periplo musical con las primeras notas de “10 AM”, seguida de “Fin de semana”, “Arrullo de estrellas” y “Últimos días”, “Vía Láctea”, “Ya no me destruyas”, “Peace and Love”, “Reptilectric” y “Labios rotos”, que miles de fans corearon.

Al terminar el show de Zoé, el escenario principal del Vive Latino, que horas antes lucía lleno de vendedores de cervezas, sopas instantáneas, mezcales, pizzas personales y un ir y venir de gente con lentes de sol y todo lo que pudiera cubrirlos del calor que se vivió ese día, estaba acostada o sentada con su círculo de amigos en una inmensa alfombra de basura, evidencia de todo lo consumido durante el día. Los botes de desechos y gente contratada para recogerlos no fueron suficientes, pero a nadie parecía importarle.

Pese a la seguridad en la entrada al festival de música, que prohíbe el acceso a drogas, no faltó entre la gente, en la oscuridad previa a Justice, el olor a marihuana. Tampoco el pasado de cervezas en una enorme torre de vasos de plástico, de a 100 pesos cada uno.

Eran las 22:50 horas cuando el dueto francés salió a la plaza para crear un espectáculo audiovisual digno del cierre de la 18 edición del Vive Latino.

Así, Xavier de Rosnay y Gaspard Augé no decepcionaron al público a interpretar a temas como “Genesis” o “Heavy Metal”.

El problema para los asistentes sería a la hora de abandonar el lugar entre el gentío y las avenidas atascadas de almas que aunque cansadas, saldrían contentas de haber sido parte, un año más, del Vive Latino y los 80 mil fanáticos convocados esa noche.

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