No sólo eran las personas con las que compuso, cantó, coincidió arriba y abajo del escenario, o a quienes guió como maestra en la Escuela de Música del Rock a la Palabra. Eran también sus amigos, su gente, la familia que escogió y que la despidió este martes por la noche, cada uno como el corazón le permitió. Algunos recordaron anécdotas de cuando grabaron con ella, días de giras, cafés y fiestas; otros la cubrieron con flores, con largos silencios frente a su ataúd, con versos o melodías de armónica. Con llanto.

La noche del lunes, después de una vida llena de batallas, la reina del blues deseó buenas noches a su hija Ana Teresa y se fue a descansar.

“Tenía siempre a la Catrina aquí a la izquierda y se contaba chistes con ella, decía ‘Ya llegará el momento, por lo pronto tengo que hacer una canción, tengo que tocar, ensayar’”, recordó Alfonso Rosas, bajista que trabajó con Betsy durante 16 años.

Además de él, a la funeraria llegaron personalidades del mundo de la música y la literatura como Tania Libertad, Sabo Romo, Iraida Noriega, Astrid Hadad, Guadalupe Pineda, David Huerta, Hebe Rosell, Frino, Arturo Meza, Jaime López, Guillermo Briseño y una gran cantidad de alumnos suyos.

Los músicos coincidieron en su deseo de materializar el disco de Ave Phoenix que Betsy dejó pendiente, como refirió Alfonso.

“Lo estamos hablando en este momento algunos músicos, tenemos mucho interés de grabar estos temas que hemos tocado en los últimos dos años. No se logró porque ella quería hacer más canciones; se quería esperar para tener un material más completo y sacar el disco; queremos hacerlo, ya no va a estar ella desgraciadamente pero estoy seguro que habrá mucha gente que va a querer estar en este proyecto”.

Tania Libertad compartió la  idea: “Si está en nuestras manos, júralo que lo vamos a hacer; vamos a hacer un homenaje para ella el próximo año, vamos a conocer ese material y ver la manera de hacerlo como un abrazo maravilloso para esta mujer que nos dio tanto”.

La cantante recordó que su amistad con Betsy se remonta a los 80, cuando junto a ella y Eugenia León hicieron un trío musical. Como amigas, en aquella época se reunían una vez a la semana para platicar e ir a bailar salsa. Posteriormente las dos trabajarían un año dando conciertos con el espectáculo Nuestro negro pasado.

Sabo Romo conoció a Betsy en el 96, cuando él, aún muy joven, coincidió con Guillermo Briseño, quien a su vez le presentó a Amparo Ochoa, Tania Libertad, Marcial Alejandro y Betsy.

“Grabamos juntos un disco ese año que se llama Me está valiendo madre el corazón —y que por cierto se reeditó— y a la hora de hacer los coros de una canción hermosísima que le escribió Briseño a Rockdrigo González —con motivo de su muerte en el sismo del 85— tenía a Betsy de un lado y a Amparo Ochoa del otro y Betsy todo el tiempo me apretaba el brazo porque seguramente percibía que estaba aterrado. Su influencia, más que en mi trabajo artístico, fue en mi vida y es la influencia de sobreponerse a todo, y si alguien lo tuvo y lo tendrá por siempre, es Betsy”.

Para Frino (compositor de algunas canciones de Ave Phoenix), la salud en deterioro constante de Betsy fue siempre una fuente de inspiración.

“Mucho versaba sobre el cuerpo, sobre la relación con su propio cuerpo, un cuerpo que en su juventud le dio para ser una de las grandes cantantes y que ahora no daba para entonar una melodía, y sin embargo supo reinventarse y cantar de otra manera. De ahí viene la metáfora del Fénix. Es un juego de palabras porque ella nació en Yuma, muy cerca de Phoenix, Arizona, pero también por el ave Fénix: reinventarse y renacer de las cenizas.

Yo creo que Betsy murió en su momento de mayor madurez artística, con una madurez lírica y musical que sólo se adquiere con 63 años de llevar una vida de la mano de la muerte”.

nrv

 

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