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Los fuegos artificiales están hondamente ligados a las tradiciones y costumbres mexicanas; no hay celebraciones populares o religiosas que no estén acompañadas de cohetes o los llamados toritos. Originarios de China, fueron introducidos en este país para quedarse, aunque ahora estaría en duda principalmente en la llamada “capital de la pirotecnia”, la localidad mexiquense de Tultepec.
Ayer, por tercera ocasión en un mes, hubo un estallido en esa población, con un saldo de al menos 24 muertos. El 25 de junio la explosión en un taller de pirotecnia dejó seis lesionados. El 6 de junio se produjo un estallido en una vivienda, que causó la muerte a ocho personas.
En lo que va de 2018 se han registrado 14 explosiones con saldo de 39 personas muertas y más de 70 lesionados, así como daños a talleres y viviendas; estas últimas resultan afectadas cuando operan como bodegas o fábricas clandestinas.
Antes, en diciembre de 2016 se dio la que fue la mayor tragedia de la localidad en años recientes: un estallido dejó 42 muertos. Esa explosión se dio en el mercado San Pablito, considerado de alta seguridad “con puestos perfectamente diseñados y con los espacios suficientes para evitar una conflagración en cadena en caso de un chispazo”… pero la realidad mostró lo contrario.
Los datos de víctimas en una tragedia tras otra son evidencia de que el objetivo del gobierno estatal por mantener la tradición cohetera en municipios mexiquenses no ha tenido éxito. Para ello incluso creó el Instituto de la Pirotecnia con el fin de hacer de la actividad artesanal “una industria vigorosa, que opere con altos niveles de seguridad, mediante la actualización de su marco jurídico y su escrupulosa aplicación, la capacitación constante y la implementación de tecnologías de vanguardia”.
El testimonio de un artesano que hoy publica EL UNIVERSAL revela las carencias: “Las víctimas aumentaron porque no hay un protocolo de seguridad, ni de autoridades ni de pirotécnicos, por lo que no actuaron adecuadamente”. En los hechos de ayer también perdieron la vida cuatro bomberos, un elemento de protección civil, un policía estatal y un policía municipal, los cuales atendían la emergencia.
Los accidentes por causa de los fuegos artificiales han llevado a prohibiciones en varias partes del país. En la Ciudad de México, por ejemplo, está prohibido vender o fabricar cohetes, pero no detonarlos.
Es momento de evaluar seriamente si alguna vez habrá capacidad para adoptar los más altos estándares de seguridad en el manejo de la pólvora durante la elaboración de juegos pirotécnicos o si es más conveniente terminar con esa práctica por falta de compromiso tanto de artesanos como de autoridades.