Las condiciones para este gobierno no pueden ser mejores. Van tres datos: 1) El desempeño del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una aprobación muy aceptable en las encuestas. 2) El plan contra el robo de combustibles, criticado por una aparente falla en la estrategia que ocasionó desabasto de gasolina en al menos 10 estados, tuvo una aceptación de 74.5% entre la población, según una encuesta publicada hace unos días en EL UNIVERSAL. 3) Ahora, el Índice de Confianza del Consumidor —que miden Inegi y Banxico— se ubicó en enero en 46 unidades, su nivel más alto en 18 años.

Millones de mexicanos están avalando las acciones de la actual administración federal, con un porcentaje incluso superior al de aquellos que le dieron su respaldo en las urnas en julio pasado (53%). La responsabilidad que tiene sobre sus hombros es enorme y al mismo tiempo delicada, debido a que cada programa y cada decisión que se tome deberá cumplir las expectativas de la mayoría.

El respaldo es entendible, pues apenas van dos meses de iniciado el gobierno de López Obrador. No sería raro que las cifras disminuyan conforme avance la gestión, cuando se cometan —quizá— algunos errores o si los resultados no son los esperados por la ciudadanía.

El apoyo podría mantenerse en ese rango si en el gobierno se ejerce la capacidad de escuchar y de detectar cuando algo no esté funcionando para corregirlo o dar marcha atrás.

Una de las críticas más duras que se esgrimían contra el sexenio anterior era que se encontraba desconectado de la realidad que viven millones de mexicanos, situación que varios expertos señalan como responsable de la estrepitosa derrota en los comicios.

En algunos casos el gobierno ha sabido rectificar, como en el recorte inicial que se planteó al presupuesto de las universidades públicas. En estos momentos hay una situación similar debido a que hay protestas por que se quitaron recursos para la operación de estancias infantiles.

Los temas cruciales para este gobierno serán al menos dos: seguridad y economía. Para hablar de metas alcanzadas tendría que darse una percepción generalizada de que disminuyeron los hechos violentos en el país. En materia económica, mantener la inflación baja y devolver capacidad adquisitiva al salario serán objetivos centrales. Ambos asuntos influirán en el ánimo ciudadano.

El apoyo popular debería entenderse como un bien invaluable que tiene que cuidar el gobierno. Y podría mantenerse en los niveles actuales si se atienden reclamos sociales, si hay el valor cívico de reconocer errores y de cumplir las demandas más sentidas de la población. Sensibilidad, pues.

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