Desde el País Vasco hasta Galicia, a lo largo de la Costa Cantábrica, el norte de España es región de marcados contrastes donde mar, montañas, vestigios prehistóricos, encantadores pueblos y antiguas ciudades con francos aires de modernidad son protagonistas.

Aunque un viaje de tal envergadura supone varias semanas, puedo afirmar que el Transcantábrico Gran Lujo es una opción para quienes andan cortos de tiempo: durante ocho días y siete noches recorre los puntos más significativos de este rincón de la península ibérica a bordo de un tren que evoca la nostalgia de las travesías de época con los servicios de la vida moderna.

San Sebastián, Bilbao, Santander, Oviedo, Gijón y Santiago de Compostela son las ciudades alrededor de las cuales se estructura el itinerario, mismo que se enriquece con visitas guiadas, tiempo libre y paradas intermedias, entre las que destaca el palacete El Capricho, obra de Antonio Gaudí, en Comillas; Santillana del Mar y su bien conservado casco histórico; la cueva rupestre de Altamira, en Cabezón de la Sal; el Parque Nacional de los Picos de Europa; Luarca, pintoresca localidad pesquera llamada la Villa Blanca de la Costa Verde, y las ciudades medievales de Ribadeo y Viveiro.

El tren dispone de lujosas suites —algo pequeñas, pero confortables—, alto nivel de atención personalizada, cocina de acento gourmet —ya sea a bordo o en restaurantes seleccionados de cada destino que enfatizan la gastronomía de la región—, bebidas premium, buena carta de vinos y atmósfera exclusiva e íntima en una experiencia de viaje todo incluido, a excepción de algunas amenidades y el hospedaje, desde el punto de salida y llegada. En San Sebastián recomiendo dormir en el aristocrático María Cristina (), mientras que en Santiago de Compostela A Quinta da Auga () es un encantador Relais & Chateaux en campirano setting.

En cada jornada el Transcantábrico realiza trayectos que, cuando mucho, toman cuatro horas del día. El horario depende del recorrido que se haga y normalmente se lleva a cabo por la mañana, durante el tiempo necesario para que los pasajeros se alisten y desayunen.

Un autobús panorámico dispuesto en cada destino realiza los traslados a los sitios de interés y el tren pernocta en las estaciones para descansar, permitiendo así el alojamiento con estricta seguridad y vigilancia ().

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