Antes de ser gobernador de California, y de liquidar a sus rivales en "Terminator" o "Depredador", Arnold Schwarzenegger levantaba pesas en Venice Beach. El Roble austríaco era parte de la tribu de musculosos que rendían culto a sus cuerpos anabolizados en aquel rincón bautizado, con justa razón, como Muscle Beach en los años setenta.

Pasaron los años y la obsesión por el cuerpo de macho alfa parece no haber menguado en esas arenas del Ocean Front Walk, el colorido paseo que bordea el océano de Los Ángeles. A toda hora se pueden ver decenas de hombres –la piel aceitosa curtida por el sol, las venas por explotar– ejercitando en el gimnasio levantado al aire libre de Muscle Beach, junto a rampas de patinetas, ciclorutas, canchas de volibol de playa y surfistas con la tabla bajo el brazo.

Lo que sí ha cambiado es la historia de esta zona desarrollada hace más de un siglo por el capricho del millonario tabacalero Abbot Kinney. En 1905, el magnate soñó con reproducir la ciudad de sus amores, Venecia, en un tramo pantanoso de la costa sur de Santa Mónica. Para ello hizo cavar kilómetros de canales, construyó una calle decorada con toques de arquitectura italiana y llamó a su creación La Venecia de América.

Pero los residentes parecían más interesados en ampliar los estacionamientos de sus casas que en pasear en góndola, y para 1929 se habían rellenado buena parte de los canales. Los Ángeles le dio la espalda a la zona y en los cincuenta la apodó despectivamente "slum by the sea" (“barrio junto al mar”).

Y aunque en la década de 1960 Venice Beach fue hogar de los primeros poetas de la generación Beat (aquí echaron raíces los poetas Lawrence Lipton y Stuart Perkof), también se transformó en un lugar infestado de pandillas, drogas y delincuencia.

De vuelta

Fue a comienzos de la década de 1990, cuando los canales volvieron a ser dragados y saneados, para ganarse (ahora sí) el favor de las clases más chic. Muchos famosos levantaron sus casas de verano en estas playas, desde Julia Roberts hasta Lindsey Lohan o Anjelica Huston. También el actor Robert Downey Jr. tuvo un departamento en el boardwalk, donde solía paseardesnudo y completamente borracho, para delicia de los paparazzi.

El Ocean Front Walk, y esa es su gracia, aún reúne a una variopinta fauna de artistas callejeros, tarotistas, vendedores ambulantes, turistas, patinadores, hippies de antaño y tatuadores. Todo en medio de locales de burritos y perros calientes, dispensarios de marihuana, palmeras estilizadas y el espíritu bohemio, permisivo y estrafalario también, que alguna vez fue su sello distintivo.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses