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Cada año nuevo la puerta se abre a quienes creen en ella. Los señores de los vientos se los llevan y les permiten regresar al otro año. Es la entrada a otras dimensiones, a otro estado de conciencia que revela conocimientos; es lo que creen con fervor habitantes del pueblo y viajeros hippies.

En nuestro mundo terrenal La Puerta de Quetzalcóatl es una formación geológica, una especie de arco o enorme ventana, en medio de una montaña que se levanta sobre el pueblito de Amatlán, a 20 minutos de Tepoztlán, en Morelos.

En este pedazo de bosque tropical duermo dentro de un tipi, como si fuese integrante de una aldea nómada de América del Norte. Yo vengo a la aventura, mis compañeros por una experiencia mística. La mayoría son mochileros de diferentes países que ven en el lugar un refugio en brazos de la Madre Tierra.

La montaña es venerada con altares para pedir y agradecer a antiguas deidades salud, protección y abundancia. Pero además promete excursiones a través de senderos y peñascos con millones de años de erosión. Subidas y bajadas extremas que requieren de un guía local, pinturas rupestres y pozas sagradas de agua de color turquesa, alimentadas por cascadas.

Rumbo a la Poza de Quetzalcóatl me sorprende verme rodeado por miles de flores silvestres amarillas, conocidas como pericón.

En ramos con forma de cruz, esta planta se coloca como escudo espiritual en campos de cultivo, puertas y ventanas de casas, un día anterior a la celebración del Arcángel San Miguel, el 29 de septiembre, para proteger la propiedad del viento y la lluvia que tira el maíz y destruye todo.

En Amatlán de Quetzalcóatl las calles son angostas, de piedra o terracería. Las viviendas de adobe están separadas por bardas de rocas volcánicas sin cemento.

Amatlán significa en náhuatl “lugar de los amates”. El pueblo sometido al poderío mexica daba como tributo pliegos de papel amate para escribir códices, decorar templos y palacios, elaborar atuendos de dioses y guerreros.

Quetzalcóatl, El dios barbado de muchos pueblos mesoamericanos, nació en este territorio como un ser supremo civilizador, afirmaba en los años 80 la investigadora del INAH, Carmen Gloria Cook Mittag. Los amatlecos defienden su teoría como una historia real.

Limpias para concebir bebés
En el retiro tipi reina el canto desafinado de las aves y la calma. No es para todos los turistas. Su carácter místico espanta a unos cuantos. La prohibición de bebidas alcohólicas por respeto a la Madre Tierra ahuyenta a muchísimos más.

Las ceremonias de temazcal, las clases de yoga y tai chi son las actividades de aquellos que buscan permanecer en silencio, purificarse.

Don Julio, primer guía de la comunidad, de repente hace limpias a viajeros. Sencillo y de trato amable supera los 80 años. Trabajó con la arqueóloga Carmen Cook. No viste de blanco ni se cuelga collares prehispánicos. No tiene discípulos y ayuda a la gente sin autodefinirse como sabio, en un entorno en el que deambulan falsos gurús.

Me habla del Cerro de la Fertilidad, el Tepexinola. Frente a una peña con forma de falo, las parejas participan en un ritual para que puedan concebir un bebé.

Rezan, ofrendan ramos de flores y dejan pelotitas y carritos, si quieren un niño; dulces y pequeñas muñequitas, si desean una niña.

HERRAMIENTAS DE VIAJE
Dónde
Living Tipi’s. La aldea tiene baños y regaderas con agua caliente. Debes llevar bolsa de dormir y toalla. Tel. (739) 393 3053. lapuertama@hotmail.com

Hotel Restaurante Bar & SPA. En Amatlán de Quetzalcóatl. Tel. (739) 395 1880. www.hotelamatlan.com

Distancia desde el DF
Una hora y 10 minutos, aproximadamente.

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