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El Guadalajara se metió en un tobogán. Ha descendido tan rápido en su rendimiento que hoy está al borde del adiós. Para sobrevivir, necesita hacer lo que nunca ha podido con Matías Almeyda en su banquillo: ganar un juego de Liguilla.

Los cuartos de final se han convertido en una enfermedad terminal para las Chivas con el estratega argentino. Las últimas dos veces que se instalaron en esa ronda fueron eliminadas. Ambas contra el América. Ahora, el Atlas, su segundo máximo rival, puede propinarle una tercera.

La ecuación parece sencilla en el papel. La victoria por 1-0 le da la clasificación a los rojiblancos, luego del triunfo a media semana de los Zorros por ese mismo marcador. Sin embargo, en el duelo de ida, el Guadalajara llegó a seis partidos sin ganar, con sólo dos goles a favor. Para colmo, ese par de dianas fueron obra del defensa Oswaldo Alanís. Y pensar que en algún momento del Clausura 2017, Chivas llegó a ser el mejor equipo en la tabla.

Si los Rojinegros llegaran a marcar en el estadio Chivas esta tarde, el Guadalajara tendrá que vencer por dos anotaciones de diferencia. De fracasar, el proyecto de Almeyda como pastor del 11 veces campeón de la Liga MX comenzará a resquebrajarse.

“Nos ocupamos en tratar de hacer bien lo que hemos venido haciendo, retomar muchas cosas. Matías ha hecho muy bien su trabajo y vamos a tratar de respaldarlo mañana [hoy]”, expresó el lateral derecho Jesús Sánchez.

Los números son crueles. El Guadalajara no puede ganar en Liguilla con su actual entrenador. Esa inercia puede quedar atrás si elimina a los Zorros.

Sólo así podrá sortear un nuevo fracaso y mantener la esperanza de bordar la estrella número 12 en su escudo.

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