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América y Pumas protagonizaron una intensa batalla durante la final del campeonato 1990-91. La ida fue para el conjunto azulcrema por 3-2, en el Estadio Azteca. Sin embargo, en la vuelta de Ciudad Universitaria, un riflazo del brasileño Ricardo Ferretti fue suficiente para darle a los auriazules el título.

Cañón histórico a balón parado. Miles fueron testigos desde tribunas y pantallas de televisión. Pero sólo un felino tuvo lugar de primera fila en la barrera, donde tuvo la astuciade volverse humo y sentir ese esférico pasar cerca de su humanidad, así lo recuerda el ex futbolista chileno Juan Carlos Vera.

“Siempre lo dije, el ‘Tuca’ le pateó ahí para pegarme, me agaché para que la pelota pasara, siempre le dije que ‘tiraste a pegarme a mí’ y lo sigo diciendo, pero no quiero hablar de Ferretti”, describe tajante.

No sólo fue el campeonato con los del Pedregal, sino el cobijo que el futbol mexicano le brindó de primera mano, para cumplir su sueño: ser un centrocampista de época.

“Vine a Morelia por recomendación de [Marco Antonio] ‘Fantasma’ Figueroa y así empezó mi carrera, lo conozco desde que jugábamos en Unión La Calera, él se acordó de mí porque buscaban un mediocampista de creación. Me abrí camino y demostré ser un jugador interesante”, destaca en entrevista con EL UNIVERSAL. Juan Carlos, a sus 15 años, libró una de las batallas más importantes de su vida, la soledad. Viajó solo a Europa en 1975, para formarse en las básicas del Rayo Vallecano de España. Mientras, su familia era testigo de un cambio histórico en Chile, con la dictadura de Augusto Pinochet a dos años del golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende.

“Tenía 13 años cuando sucedió el golpe de Estado. Me salté una etapa muy grande, pasé de niño inocente a la de un tipo que tomaba decisiones solo. Mi papá era ferroviario y mi mamá atendía la casa, somos seis hermanos. Se hablaba de la dictadura, pero había poca información, se habla de muerte, eran opiniones diferentes. Cuando hubo golpe de Estado tenía que hacer fila para comprar víveres para la casa”.

Corazón dividido. Después de regresar a Chile, Juan Carlos tuvo en nuestro país dos grandes amores.

“El Morelia, porque ahí nació mi primer hijo, recuerdo a la gente cariñosa y la llevo en mi corazón. Duele la actualidad de Monarcas, creo que han fallado en el alejamiento de sus símbolos, y bueno, Pumas también lo quiero mucho porque fue de mis mejores momentos”.

Pega la realidad. Tras el retiro, “se murió mi primera vida que era jugar futbol, todo te lo hacen: viajes, el avión, el camión al hotel. Me dediqué a ser empresario, con mi señora [esposa] tengo una fábrica de ropa de mujer. Tocaba ser una persona normal. Trabajas con las finanzas y saber invertir, facturar, pagar impuestos… —suspira— es complicado.

“También tengo un hostal, en Santiago de Chile, tengo unas casas y compré un terreno. Vivo bien”, comenta el ídolo de una feliz generación puma, y que nunca tocó a las puertas de sus antiguos clubes. No obstante, seguirá estoico con sus amores purépecha y auriazul.

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