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Marco Antonio Sánchez Yacuta

Cada vez que se sienta en el banquillo del Tri olímpico, Marco Antonio Sánchez Yacuta recibe una cátedra. Ve a Raúl Gutiérrez, técnico de ese combinado mexicano, como su profesor. También le dice “amigo”.
“Es un maestro porque ves que es un tipo que es campeón del mundo, subcampeón, que todos sus procesos son exitosos, que se coronó como jugador. Tiene muy claro todo, convivo con él día a día y corroboro que es un tipo preparado, que lee bien el futbol, sabe cuándo hacer las modificaciones, un cambio”, halaga el auxiliar del “Potro”.
Dentro y fuera de la cancha mantienen lazos estrechos. Se conocen desde que jugaban juntos en el América. La relación se ha fortalecido con los años, según narra el que fuera futbolista de las Águilas.
“Es un vínculo profesional dentro de las instalaciones del CAR y las concentraciones. Fuera es agradable. Somos seres humanos, familia, hijos, es bonito reunirte con los integrantes del cuerpo técnico. Todos tenemos buena inercia, comunicación, disfrutar de relaciones más con las familias fortalece mucho porque a la hora del trabajo, sirve saber que confías en el de a un lado”, relata.
Sánchez Yacuta aún tiene vivo un recuerdo que le dejó claro el liderazgo del seleccionador de México para Río 2016. Lo rememora como un artículo preciado sin fecha de caducidad. Una enseñanza eterna.
“Jugamos un partido de Libertadores contra River Plate, con el empate lográbamos clasificar, pero al final nos eliminan, Raúl [Gutiérrez] nos motivó a todos y fuimos viviendo muchas experiencias en un equipo importante como América. Ese momento se me quedó muy grabado”, resalta.
“Ahora como asistente hay muchos detalles, muchos momentos agradables, otros no tanto...”. Hoy, Marco sólo tiene en mente refrendar la medalla de oro olímpica.

Juan de Dios Ramírez Perales

Juan de Dios Ramírez Perales aún sonríe cuando se le recuerda que fue parte del proceso de Selección Mexicana que cambió la historia. Con nostalgia y también con orgullo, suspira ante ese recuerdo. “Sí, fue buena esa selección de 1993-94”, dice alegre.
Etapa que le sirvió para el futuro. Presume que, como auxiliar de Raúl Gutiérrez en la Selección Olímpica, tiene influencia de técnicos del calibre de Miguel Mejía Barón y César Luis Menotti. Atesora las enseñanzas que le dejaron cuando era un jugador profesional en activo. Las aplica con el Tri Sub-23.
“En lo particular, comparto muchos conceptos de Mejía Barón, de ‘Tuca’ ´[Ricardo Ferretti], de [Ángel] Cappa, de [César Luis] Menotti. Son entrenadores que sin lugar a duda marcaron la historia, están vigentes y son cosas que tratas de adaptar con esa dinámica y presión que hay en la cancha. Conceptos que tienen y son válidos”, resalta el ‘Capi’.
Fue zaguero, canterano de los Pumas. Da un repaso a la evolución del futbol. Lo ve más rápido, con mayor fiereza y un despliegue técnico, táctico y físico que no se veía antes.
Sin embargo, “hay conceptos básicos desde los años 60 o 70 que van a seguir siendo lo mismos, cosas qué explotar. Hoy veo que el jugador es más profesional, el llegar con dos kilos de más se nota, antes te daba ese margen, hoy no. Todos los detalles deben estar a punto y la parte psicológica es importantísima para poder ejecutar las cualidades”.
Camadas de jugadores han sido denominadas como “doradas”, pero se han quedado con la deuda de no poder llevar a México a niveles de élite en la categoría absoluta. Ramírez Perales anhela que ésta que competirá en Río 2016 cambie la historia.
“Muchas generaciones han sido llamadas como de oro. Esperamos que esta vez sí se cumpla con las expectativas. Nosotros tenemos la encomienda de inculcarle a los jugadores que así va a ser, que ellos son los que van a llevar al futbol mexicano hacia otro nivel”, vaticina. H. M.

Rosario Piña

Rosario Piña ha probado ser campeón del mundo dos veces. Pero no es suficiente. Anhela más títulos y el olímpico le seduce. Quiere tener una medalla de ganador por tercera vez en su vida. Su labor es la de poner a punto a los guardametas del Tri para hacerlos invulnerables.
Actual entrenador de porteros de la Selección Sub-23. Tiene la experiencia de haber integrado el cuerpo técnico de Jesús Ramírez en el Mundial infantil de Perú 2005 y el de México 2011, ya bajo el mando de Raúl Gutiérrez. Al “Potro” lo acompaña, ahora, en su aventura por Río.
“Es un reto bonito, mucha ilusión, y tenemos la posibilidad de lograr una medalla. [Ser bicampeón del orbe] Es algo bonito, que primero Dios me gustaría volverlo a sentir. Uno trabaja para el país, es mi satisfacción y es una alegría para mucha gente”, analiza Piña.
Hijo de migrantes michoacanos que se dedicaban al campo y se fueron para Estados Unidos a trabajar. El destino lo puso en el camino del balompié mexicano.
“Estudié en los Ángeles y mi entrenador era Leonardo Cuéllar, luego me metí a la escuela de preparadores físicos de la Federación Mexicana de Futbol y en la Universidad jugaba de portero, luego me dediqué a la preparación física profesional”, comparte.
Darle triunfos a México “es algo muy bonito, porque le das esa satisfacción a la familia y la recompensa al sacrificio de estar lejos de ellos, me ha tocado picar piedra, aquí estoy, desde 2001 hasta la fecha”.
Tiene la misión de instruir a Alfredo Talavera, un portero consolidado, que tiene dos títulos de Primera División y que fungirá como uno de los pilares mayores de 23 años en la Selección que participará en los Juegos Olímpicos. Explica que preparar al arquero del Toluca es distinto que hacerlo con Sub-17.
Piña resalta la calidad de los cancerberos tricolores y dice que tiene que ver con la forma de trabajar en en México. “Tenemos portero de calidad mundial”, asegura. H. M.

Vicente Espadas

Vicente Espadas vive para formar atletas que sean capaces de correr más que los demás en unos Juegos Olímpicos. En sus conocimientos está lograr que el Tri Sub-23 nunca se rinda.

Es el preparador físico de la Selección olímpica. “Tenemos la fortuna de preparar a 18 personas, a las cuales tenemos que convencer de que son atletas de 24 horas y van a competir siendo los mejores contra los mejores; haciendo que disfruten un torneo, rindiendo de la mejor manera”, resume. “Tengo el mejor empleo del mundo. Es un orgullo pertenecer a esta empresa”, remata.

Cada que sale al terreno de juego se convierte en un hombre que exige, según dice. Es relajado, bromista, pero en el trabajo ningún futbolista se atreve a regatearle algún tipo de esfuerzo. Les pide dejar todo, porque cualquier ejercicio mal hecho termina por pesar en los partidos.

“Me defino como un profesional. Despierto y ya pienso en el entrenamiento, en que mi cancha esté lista, en las llegadas, comidas y cenas; siempre pienso en beneficio de los jugadores para que tengan el mejor rendimiento”, expone.

“Soy un tipo al que le gusta vivir la vida muy alegre, con mi familia, mis hijos, soy el que más le mete buena vibra, pero hay que cambiar el chip y cuando entro a la cancha soy muy exigente. Hay que trabajar ahorita y luego descansar”, revela.

Espadas fue parte del cuerpo técnico del “Potro” que conquistó el Mundial Sub-17 en 2011. “Hicimos buen clic, una relación profesional buena, de mucho respeto, es como una sala de operaciones, con el mejor anestesiólogo, la mejor enfermera y el mejor neurocirujano... Cada uno sabe lo que necesita”, compara.

Espadas se concentra en hacer incansables a los jugadores de México en Río 2016. El clima brasileño no será factor, de acuerdo con lo que adelanta. Ya tiene convencidos a los 18 elementos nacionales de que no se rindan. Físicamente los tiene a tope para “la competencia más importante para un atleta”. H. A. M.

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