Aguascalientes.— Resopló un par de ocasiones y metió las manos en los bolsillos del pantalón mientras caminó lentamente hacia el vestuario. Los primeros 90 minutos del Apertura 2016 han sido suficientes para que Tomás Boy personifique a la frustración.

Desoladora presentación del Cruz Azul en el torneo. Gris empate con el recién ascendido Necaxa (0-0) que tuvo a la expectación como principal condimento, porque ambos dejaron claro que el ímpetu casi nunca alcanza.

El “Jefe” lo sabe. Es por eso que apenas gesticuló tras el silbatazo final del árbitro Marco Antonio Ortiz. Es cierto, le faltaron piezas clave, pero José de Jesús Corona evitó que el dolor fuera mayor.

Sobresaliente actuación del guardameta tapatío, quien deambuló al borde de la cornisa. El silbante le perdonó la expulsión en aquella jugada que evitó la anotación del delantero argentino Claudio Riaño.

El balón pareció rebasarle y el medallista áureo en los Juegos Olímpicos Londres 2012 le dio un manotazo fuera del área. Acción rápida, imperceptible para el juez, quien ni se inmutó.

Boy sí la vio, así es que llamó al atacante español Víctor Vázquez por enésima vez en la noche. Ser mensajero de su polémico entrenador fue la principal función del catalán, quien se ahogó entre la velocidad de los contenciones hidrocálidos Xavier Báez y Michel García.

Frente al televisor, lesionado del pubis, Jorge Benítez volvió a jugar uno de sus mejores partidos. Joffre Guerrón continúa sin estar a la altura. Sí, jugó como único delantero, mas siempre fue presa de la imprecisión o la ansiedad.

Lo que aumentó el nerviosismo del entrenador celeste, cuyo viacrucis inició cuando apenas se había cumplido el primer cuarto de hora. En una jugada rutinaria, el refuerzo chileno Francisco Silva —quien debió jugar habilitado como defensa central— sufrió un problema muscular en la pierna izquierda. Permaneció algunos minutos más, sólo para dar tiempo a que su compatriota y también recién llegado, Enzo Roco, calentara.

Buena presentación del marcador andino, cuya talla (191 centímetros) resultó importante ayuda a Julio César Domínguez, quien se confirmó como el líder en la última zona del Cruz Azul.

El Necaxa gobernó en la batalla de los sentimientos. Quería llevarse el triunfo en su regreso a la hoy llamada Liga MX. Miles de gargantas se prepararon para explotar por primera vez en poco más de un lustro. Todo quedó en utopía.

Al igual que el planteamiento de Boy, quien echó mano del refuerzo Jonathan Cristaldo y Christian Giménez durante los minutos finales. El problema es que Rafael Baca, Aldo Leao Ramírez y hasta Ariel Rojas sufrieron en la trinchera. Lo de ellos era simple ilusión.

No se cristalizó. Con más preocupaciones que motivos para soñar, el Cruz Azul ha vuelto a decepcionar a su entrenador.

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