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Recital teñido de azul. Intenso, armonioso y emotivo. Inolvidable para un pueblo que despidió como auténticos ‘rock stars’ a los integrantes de ese grupo que demostró ser una realidad.

Eso explicó la sonora ovación al Cruz Azul tras el silbatazo final del árbitro Roberto García. El Monterrey llegó a la antigua Ciudad de los Deportes como líder y con tres victorias en fila. Se marchó goleado (0-4), cimbrado por un equipo que ilusiona a sus sufridos aficionados.

Tarde hirviente en el estadio Azul. Las gélidas ráfagas de viento fueron imperceptibles ante el vértigo puesto por La Máquina. Tomás Boy y sus futbolistas sabían que los Rayados eran su prueba de fuego en la primera mitad del Clausura 2016. La aprobaron con una nota alta.

El vetusto marcador electrónico del inmueble no reflejó una diferencia mayor por la clemencia de algunos Cementeros, en especial Joffre Guerrón, único que no esbozó una gigantesca sonrisa camino al vestuario.

Además del penalti fallado (33’), el atacante ecuatoriano estuvo impreciso en otras dos jugadas ante el arquero Jonathan Orozco. También le faltó precisión cuando intentó habilitar a Jorge Benítez. Detalles ignorados por la jubilosa marabunta, entre la que el ‘Jefe’ gozó como pocos.

Confinado a la rigidez de un palco, por la suspensión de dos juegos que le causó su polémico festejo en el Clásico Joven, el director técnico celeste celebró como uno más, sobre todo durante la primera mitad, esa en la que su equipo demostró ser capaz de noquear a cualquier peso completo.

Lo hizo gracias a su ‘punch’ y la habilidad de Joao Rojas, quien no pudo subir su nombre a la marquesina. Fue lo de menos. Los abrazos que recibió después de cada una de las dos anotaciones que sirvió fueron merecido premio a su exhibición, la cual terminó de detonar cuando el Cruz Azul ya tenía dos goles de ventaja.

Tarde de momentos inolvidables. Uno de los más valiosos fue para Omar Mendoza, quien se estrenó en la hoy llamada Liga MX. El cuestionado lateral derecho celeste aprovechó el cabezazo de Julio César Domínguez para, también con la testa, iniciar la fiesta (9’). Empezaba el ‘via crucis’ para Antonio Mohamed. Tercera vez que dirige en el Azul. Perdió todas, con marcador combinado de cero goles anotados y 13 recibidos.

La Máquina sumaba 46 juegos de Liga sin marcar cuatro o más tantos. El último fue ante América en casa. Sí, el 'Turco' estaba en la banca rival.

Por lo que su mirada se clavó en el húmedo césped tras la primera anotación de Benítez. El delantero paraguayo prometió hacer 15 en el torneo. Ya lleva media docena. Ningún futbolista cruzazulino sumaba tantas desde hace un par de años. El ‘Conejo’ aprovechó el gran servicio de Víctor Vázquez, quien lo dejó frente a Orozco. Fusiló con un derechazo (29’).

Cristalizó el doblete con aquella jugada de fantasía. Joao se internó por el sector derecho y le filtró la pelota. Hizo gala de su magia al engancharla y quedársela. La finta le permitió empujarla hacia la red, pero pudo caminar hacia la línea de gol (40’).

Los norteños tuvieron más la pelota (54%). Dominio estéril. El contrincante tuvo efectividad: anotó cuatro de los siete disparos que realizó.

El último representó el colofón al recital. Boy entendió que se trataba de una fiesta, así es que sustituyó a Guerrón con Christian Giménez. Al igual que la jornada anterior, contra las Águilas, al símbolo azul le bastaron unos cuantos segundos para anotar. Esta vez fueron 26. El ‘Chaco’ cabeceó otro gran servicio de Rojas (72’). Ahora sí, las lágrimas de ilusión rodaron por miles de mejillas celestes.

Mutaron en rabia con la inexplicable tarjeta roja por Benítez. El guaraní demostró ser un goleador de frágiles sentimientos. Se perderá el vital choque con los Pumas.

Tercera victoria seguida de los Cementeros en casa. No lo hacían desde hace 16 meses. El poderoso Monterrey fue humillado en la antigua Ciudad de los Deportes. Eso explicó la emotiva ovación del final. Sí, este Cruz Azul es de verdad.

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