Santiago.— La selección de Chile del arquero Claudio Bravo, el volante Arturo Vidal y el delantero Alexis Sánchez, dejó un legado imborrable en la historia del futbol de su país con la Copa América que se adjudicó.

Triunfo merecido para unos jugadores a quienes se considera la generación de oro del futbol chileno y que, bajo la batuta del entrenador argentino Jorge Sampaoli, han conseguido el primer campeonato continental en casi un siglo de historia del torneo.

La Copa América que se disputó en Chile era probablemente la última oportunidad para esta generación de adjudicarse un triunfo para la posteridad o bien quedar en el recuerdo como un excelente grupo de futbolistas que, sin embargo, nunca ganó algo.

En la final ante Argentina fue la caprichosa tanda de penaltis la que llevó a Chile a la gloria, la misma que hace poco más de un año lo sacó del Mundial de Brasil en los octavos de final frente al anfitrión.

Alexis, que en Brasil erró su lanzamiento, convirtió el cuarto y definitivo penalti; lo hizo con clase, a lo ‘Panenka’, con un delicado tiro que entró poco a poco al arco de Sergio Romero.

La victoria en la Copa se había convertido en una obsesión para Sampaoli, jugadores y una buena parte de la sociedad chilena, que la vivió como una verdadera cruzada nacional.

La presidenta Michelle Bachelet observó en directo los seis partidos de la Roja en el estadio Nacional. Bajó varias veces a los vestuarios a felicitar a los jugadores y recibió al equipo en el Palacio de La Moneda, apenas un par de horas después de la final.

La selección respondió con solvencia y determinación al optimismo que se respiraba en las calles de Chile.

Acabó primera de su Grupo, en una fase inicial plácida, con un futbol correcto, pero no sublime, enmarañada por el escándalo del accidente de tránsito de Vidal, quien chocó su lujoso vehículo deportivo después de pasar una tarde libre tomando copas.

Las lágrimas del ‘Rey Arturo’ y el sorprendente indulto de Sampaoli lograron dejar atrás la polémica y Chile superó en cuartos de final a Uruguay, que defendía la corona obtenida en 2011, con un gol de Mauricio Isla.

Pese al resultado ajustado, los andinos fueron superiores al conjunto charrúa en un duelo que será recordado por el obsceno tocamiento de Gonzalo Jara en el trasero de Edinson Cavani, quien reaccionó con un leve golpe y vio la tarjeta roja.

En semifinales, la Roja derrotó a un combativo y digno Perú (2-1), que se suicidó en el minuto 20 con la absurda expulsión de Carlos Zambrano por una acción sobre Charles Aránguiz.

La Copa dejó actuaciones destacadas de varios jugadores locales. Bravo coronó la gran temporada en el Barcelona con el triunfo de su selección y el galardón al mejor arquero del torneo.

Gary Medel fue el líder de la zaga, un perro de presa venerado por la afición chilena que no dio ni un segundo de respiro a Lionel Messi en la final.
En el centro del campo brillaron Vidal, líder indiscutible en el juego de La Roja, y Aránguiz, un todoterreno completísimo que no tardará en emigrar del futbol brasileño a Europa.

Y en ataque, Alexis mostró destellos, pero estuvo muy lejos de su nivel en el Arsenal. Eduardo Vargas asumió la responsabilidad de anotar goles. Hizo cuatro.

Redacción y agencias

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