Una de las modas más recientes entre las famosas de todo el mundo es una práctica realmente antigua, dolorosa y peligrosa. Consiste en asemejar a las mujeres del siglo XIX en su afán por conseguir una figura que se adaptara a los cánones de aquella época. Siluetas marcadas, bien proporcionadas y una cintura finísima. Se trata del waist training o uso del corsé.

 

¿Su mayor representante?

 

Kim Kardashian  ¿Cómo lo hace? La socialité más influyente de los últimos tiempos entrena su cintura con un corsé diseñado para la reducción de cintura por cuatro horas al día.

 

Otras famosas, además de las Kardashian, que han declarado ser practicantes de esta indumentaria son Lindsay Lohan y Jessica Alba.

 

En este sentido, la intención de las famosas es la búsqueda de un ideal de belleza que se remonta hasta el renacimiento. El corsé corregía la postura, reducía la cintura y pretendía dar altivez a los gestos de la mujer, a costa de comprimir su cuerpo en piezas de hierro o madera,  que bien parecían un instrumento de tortura.

 

¿Los peligros de esta práctica?

 

La escritora y periodista, Rebecca Harrington realizó un experimento para el New York Magazine en el cual probó vivir la experiencia de vivir, en su propio cuerpo, el uso de un corsé como el de Kim Kardashian. La prueba no pasó más de cinco días, porque si bien notó resultados de reducción de cintura, la periodista sentía que le faltaba el aire. Una consecuencia debida, sin duda, a la opresión del corsé: en 1908 el médico francés Ludovic O´Followell reveló que esta prenda estrechaba las costillas inferiores, lo que podía perjudicar a los pulmones y dificultar la respiración. Además también concluyó que algunos órganos se comprimían contra la espina dorsal y otros eran desplazados hacia la parte baja del abdomen.

 

A conclusiones parecidas llegaron varios especialistas entrevistados por FoxNews. Las advertencias que recogía el canal norteamericano eran muy claras: al bloquear oxígeno, el “corsé reduce el flujo a los pulmones,  corazón y otros órganos”. Realmente no se produce una pérdida de peso, sino que se moldea la figura al desplazar las costillas “fuera de la cintura”, explicaba el cirujano plástico de Beverly Hills, Gabriel Chiu.

 

El sistema nervioso también sale muy perjudicado. Excederse en las horas de uso del corsé pueden afectar al nervio femorocutáneo. Carlos Tejero, neurólogo en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa explica que si este nervio se comprime puede producirse una meralgia parestésica, una sensación de adormecimiento en esa parte del cuerpo. Si la compresión se mantiene podría derivar en un síndrome de dolor neuropático y convertirse en un dolor crónico aunque ya no se lleve el corsé. Tejero comenta que si el nervio está completamente dañado, no hay solución ni cura posible. El único remedio sería tomar analgésicos (de por vida) que mitigasen el dolor.

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