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Como toque final a El Caballito, el escultor valenciano Manuel Tolsá aplicó una capa pictórica verde sobre la escultura ecuestre para matizar su volumetría y velar algunos parches. Unos siglos después, debajo del recubrimiento negro que lo revestía han comenzado a reaparecer algunos rastros de esa capa de origen.

Así lo revela el proceso de trabajo que los especialistas del INAH realizan actualmente en la escultura que resultó dañada con ácido nítrico en 2013.

Ayer, en un comunicado, el instituto detalló que los trabajos de restauración y preservación que se realizan desde noviembre pasado ha comenzado a revelar detalles de esa capa verde, la cual será clave “para definir los tonos de los recubrimientos que se usarán para la integración cromática de la obra restaurada”. Según los restauradores encargados de devolverle el esplendor a la pieza dedicada a Carlos IV, uno de los grandes retos ha sido la limpieza de su superficie. “Es como limpiar una pintura de caballete, pero sobre una superficie escultórica que, si la desplegáramos, alcanzaría 46.5 metros cuadrados”, dijo Jannen Contreras, coordinadora del proyecto de intervención.

De acuerdo con el INAH, hasta ahora se han retirado más de tres cuartas partes del recubrimiento negro y una vez que esto finalice, los especialistas procederán a la limpieza y estabilización de las áreas afectadas en 2013. Después, harán “una medición colorimétrica para ubicar la gama original y generar un color base que pueda considerarse para los recubrimientos que serán aplicados como último proceso”. Se prevé que la pieza esté lista este verano.

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