Un túnel antinuclear secreto de la época comunista se ha convertido en Tirana, Albania, en un museo que muestra los métodos de persecución y los crímenes cometidos durante la dictadura estalinista de Enver Hoxha, quien dirigió el país entre 1944 y 1985.

Inaugurado el pasado fin de semana, el túnel, situado en pleno centro de Tirana, tiene una superficie de mil metros cuadrados.

La "Columna", como se le llamaba a este lugar durante el comunismo, fue construida en secreto durante los años 1981 y 1986 para dar cobijo a los altos cargos de la policía y del Ministerio del Interior en el caso de un eventual ataque enemigo.

Este laberinto subterráneo de paredes de hormigón de más de dos metros de grosor, considerado una de las mayores obras construidas a finales del comunismo, nunca fue utilizado para el fin que se creó.

El refugio formaba parte de los 175 mil búnkeres (según cifras oficiales) de diferentes tamaños esparcidos por todo el país que el dictador estalinista Enver Hoxha construyó para resistir a una hipotética invasión exterior.

Bajo el lema: la "¡Defensa, deber sobre todos los deberes!" todo el pueblo se convirtió en soldado, mientras que las Fuerzas Armadas disponían de las más sofisticadas armas de combate de la época, desde submarinos, aviones de caza, morteros, tanques, hasta miles de fusiles de asalto kalashnikov.

La entrada del museo es un búnker en el que se muestran las fotos de cien albaneses ejecutados por el régimen comunista.

Las imágenes están colocadas en el interior de la cúpula dañada durante una protesta antigubernamental de la oposición de derechas en diciembre del 2015.

En las 24 habitaciones del túnel se relata mediante fotos, documentos, vídeos e instalaciones la historia y la actividad de la Policía albanesa, de la temible Sigurimi (policía secreta comunista) y la persecución política de los enemigos del antiguo régimen.

Más de 6 mil personas fueron fusiladas, otras 34 mil fueron encarceladas como presos políticos y 59 mil deportadas a campos de trabajo forzado en los que murieron 7 mil personas.

Con el trabajo de los presos políticos fueron construidas las principales obras industriales socialistas como plantas, minas, ferrocarriles y canales de regadío en agricultura.

"Creo que este museo servirá a los jóvenes para conocer nuestros sufrimientos. Mi familia los ha vivido en carne propia", dice Hane Petani, médica jubilada, deportada a la localidad de Librazhd porque su marido, el jurista, Koçi Lubonja, criticó en 1986 mediante una carta al régimen.

"Pese a que sabíamos que existía este refugio, teníamos prohibido entrar porque era un secreto", explica a su vez el visitante Bashkim, un oficial jubilado.

Flatun Jaupaj, era un joven oficial cuando vio como sus colegas mayores fusilaban a tres jóvenes mientras intentaban cruzar la frontera con Grecia, en Qaf Botë, sur del país, en 1990, un año antes del cambio del sistema.

Cuenta que los cadáveres los transportaron en un camión militar y los expusieron en el cercano pueblo Shkallë para infundir miedo entre la población a modo disuasorio.

Unas cien personas fueron ejecutadas durante las tentativas de fuga por la frontera terrestre, rodeada de alambre de espino y vallas eléctricas de dos metros de altura.

Durante el régimen comunista, que convirtió a Albania en el país más aislado de Europa, huir era un crimen de alta traición a la patria.

"Hoxha ejerció represalias extremas contra su pueblo para mantenerse en el poder. Es difícil imaginar ahora la crueldad de sus crímenes", indica Indrit Bajramaj, un estudiante, mientras observa en una pantalla a un expreso relatando las torturas a las que le sometieron.

Este es el segundo túnel secreto subterráneo que se abre al público en Tirana, después del que servía para cobijar a los altos cargos del Ejército, situado en las entrañas del monte Dajti.

nrv

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