El fenómeno de la Fridomanía es hoy por hoy una cultura de chabacanería que ha devaluado la figura de la pintora mexicana (1907-1954), aseguró el escritor David Martín del Campo.

Entrevistado a propósito de su más reciente publicación La niña Frida, el Premio Nacional de Literatura Monterrey 1997 señaló que gorras, playeras, anillos, aretes y hasta calzones se han convertido en una contraparte vulgar y banal.

“Frida era militante del Partido Comunista y jamás habría consentido ser un elemento de comercialización y consumismo, en bolsas, playeras o calcetines”, comentó que el narrador y ensayista, quien consideró que si Frida estuviera viva se moriría de vergüenza.

Sobre su libro La Niña Frida, editado por Planeta, explicó que busca rendir homenaje a la figura de Frida Kahlo, la musa de Coyoacán, un personaje polémico, amado por unos y odiado por otros, pero siempre un protagonista del arte mexicano.

En este texto se cuenta la historia de Antonio Negrín, un niño de 13 años que se da un tiro en el salón de clases. Nadie puede explicar su inmolación. Alejandra Llure, madre del muchacho y directora del Museo Regional de Orizaba, acude al agente Max Retana en un intento de esclarecer el caso.

La clave podría estar en una jovencita que entra en éxtasis para transformarse en la mismísima Frida Kahlo. Entonces la novela viaja a los años trágicos que sobrellevó la prodigiosa pintora mexicana, a los ladrones de arte que violan sacristías y mansiones donde se atesoran cuadros de perturbadora obscenidad, y al régimen que siembra el país de “asesinatos necesarios”.

“Entonces, mi novela es una crítica a la Fridomanía con este fenómeno de comercialización vulgar y banal, porque la gente no sabe quién fue Frida Kahlo”, dijo el autor, quien destacó que la pintora fue una especie de "mártir cristiano" en los tiempos arcaicos del propio cristianismo.

Cuenta que el origen de esta novela, fue la fusión de dos historias, por un lado, la aparición de una niña pequeña en la noche que se metió a una casa cerca de Casa Azul y desapareció, y la otra, el suicidio de un niño en Veracruz, luego de repartir una bolsa de juguetes.

“Vivía a dos cuadras de Casa Azul y una noche que me encontraba aturdido se me apareció delante una niña y se metío a una casa cerca de Casa Azul y pensé ¿Si fuera la niña Frida?

“Al día siguiente, con dos aspirinas encima, la joven pedía que escribiera sobre ese personaje fantasmal que era la niña, que se hablara de su aspecto, de su formación más que de su plenitud dolorosa”, dijo.

Y también, agregó, supe del caso del suicido de un niño en Veracruz, que llegó a un salón, repartió juguetes y se dio un tiro, siendo un escándalo.

“Al final, me di cuenta que tenía los dos elementos para hacer mi novela y el asunto estaba en cómo resolverlos y lo que me ayudó fue el género policiaco.

“La novela busca resolver el caso y se adentra en la esencia de Frida Kahlo, dado que la hermana del niño se llama Frida, la madre del niño es una especialista en Frida Kahlo, directora de un museo, de tal manera que de lo único que se habla en esa casa es de Frida y el fantasma de Frida tiene poseída a esa niña que es como demoniaca”, detalló Del campo.

Agregó que el espíritu de la niña Frida en su adolescencia, permea la novela de manera constante, sin embargo, refirió que la obra es una novela policiaca donde se tiene que resolver el caso y al final se resuelve.

nrv

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