Debemur morti nos nostraque
HORACIO
(...)
Pido
no la iluminación:
abrir los ojos,
mirar, tocar al mundo
con mirada de sol que se retira;
pido ser la quietud del vértigo,
la conciencia del tiempo
apenas lo que dure un parpadeo
del ánima sitiada;
pido
frente a la tos, el vómito, la mueca,
ser día despejado,
luz mojada
sobre tierra recién llovida
y que tu voz, mujer, sobre mi frente sea
el manso soliloquio de algún río;
pido ser breve centelleo,
repentina fijeza de un reflejo
sobre el oleaje de esa hora:
memoria y olvido,
al fin,
una misma claridad instantánea.