Miles de personas se acercaron hoy a la Casa Central de los Literatos, en Moscú, para dar su último adiós al gran poeta ruso Yevgueni Yevtushenko, fallecido el pasado 1 de abril en Estados Unidos a los 84 años de edad.

Desde primera hora de la mañana, y a lo largo de las cuatro horas en que estuvo expuesto el féretro con los restos del escritor, numerosos admiradores, amigos e intelectuales, muchos con ramos de flores en las manos, comenzaron a hacer fila para acceder al recinto.

"Su aportación a la Literatura fue enorme. Y su amor a la vida sin límites. La vida le respondió de manera mutua. El quería absolutamente vivir aún 20 años más, convencido de que bastaba con los planes y el deseo... Yevgueni Alexándrovich creaba, pensaba, amaba, personificaba, admiraba...", se leía en un cartel colocado a la entrada junto a una foto del poeta.

La viuda del escritor, María Novíkova, y sus hijos, fueron los primeros en entrar al salón central donde se situó el féretro de Yevtushenko, rodeado de coronas de flores.

Por allí fueron desfilando cientos de personas, la mayoría en torno o mayores de cincuenta años, depositando un ramo o una rosa roja, mientras en una enorme pantalla se proyectaban fotos de distintas épocas de la vida de Yevtushenko, antes de que comenzara el acto central en el que se compartieron recuerdos y se leyeron versos del artista.

Un enorme retrato del que fuera el más famoso poeta de la época soviética, el poeta del deshielo e ídolo de masas, presidía la gran escalinata de esta mansión "art déco" de finales del siglo XIX que acoge la Casa Central de los Literatos.

En las paredes, colgaban retratos de los cinco escritores rusos laureados con el premio Nobel de Literatura, entre ellos el más amado por Yevtushenko, Borís Pasternak, el autor de "Doctor Zhivago".

Precisamente junto a la tumba de Pasternak, en el cementerio de Peredélkino, a las afueras de Moscú, quiso ser enterrado Yevtushenko, según dejó escrito en sus últimas voluntades, y hacia esa aldea se dirigió el cortejo fúnebre tras la despedida civil, para ser sepultado en privado.

Yevtushenko, nacido en 1932 en Siberia, vivía desde 1991 en EEUU, adonde había emigrado con su familia tras la desaparición de la URSS.

Fue en la ciudad de Tulsa, en cuya Universidad trabajó como profesor, donde falleció a causa de un cáncer y donde se le rindió la semana pasada el primer homenaje.

Ayer tuvo lugar la ceremonia religiosa de despedida en Moscú, un día antes de la más multitudinaria organizada hoy por la Unión de Escritores, a la que asistieron, entre otros, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, el de Cultura, Vladímir Medinski, o el escultor Zurab Tsereteli.

Este, conocido por sus monumentales estatuas metálicas, se mostró dispuesto a esculpir una obra de Yevtushenko, de quien dijo que "tenía una presencia enorme, un movimiento único".

Todos recordaban la extraordinaria celebridad de Yevtushenko, aquella época en que autores como él llenaban estadios de fútbol y atraían a miles de jóvenes a sus recitales de poesía.

Pero Yevtushenko, que fue admirado en numerosos países, donde también tenía legiones de seguidores, siguió viajando a Rusia aún después de emigrar, participó en festivales literarios y recibió en 2010 el mayor premio estatal ruso en el campo de la cultura.

Aunque conocido sobre todo como poeta, Yevtushenko escribió a lo largo de su carrera novelas, guiones de cine o letras de canciones y también dirigió películas y documentales para el cine.

Tras su muerte, su viuda anunció que su novela El túnel de Béring será publicada este año de manera póstuma.

"Un poeta en Rusia es más que un poeta", solía decir Yevtushenko, frase que se convirtió en su credo vital y literario.

sc

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