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La vigencia de “Cartucho”, la novela más emblemática de Nellie Campobello,  está en la violencia que plasmó en las 56 estampas de la Revolución Mexicana contada desde la mirada de una niña que es ella, y que se emparenta a la violencia que hoy priva en México, así lo afirmó la escritora Rosa Beltrán, en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, celebrado en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

“Se trata de 56 estampas como 56 balazos. Súbitos, brutales, lacónicos, acorde con un tono con el que identificamos el México violento que hoy vivimos. Una razón más por la que los lectores de ahora se acercan a una obra que encarna una realidad atroz y las formas en que esta se narra. Colgados en la Revolución de entonces y colgados de los puentes peatonales de ahora. Desaparecidos con causa aparente, entonces, y desaparecidos sin causa y sin explicación, ahora”, señaló durante la ceremonia solemne.

Anoche, la narradora, ensayista, investigadora y académica de la UNAM, dedicó su discurso de ingreso a la Academia a hablar de la vigencia de “Cartucho”, a reivindicar la calidad literaria y los aportes inteligentes de su autora Nellie Campobello, a reconocer que esa novela es un clásico de la literatura mexicana, y que es una obra que le dice mucho al México actual.

“La violencia es la carne de la prosa de ‘Cartucho’ que nos estalla en la cara, esta es exceso pese a su desnudez, una acumulación de muertos y fusilados a los que su autora no explica más que de forma fetichista, los suma, los describe, los hace suyos y cuando se van los extraña”, señaló Beltrán.

Dijo además que Nellie nos mostró que tenemos que interpretar la historia desde una colectividad, no una masa anónima como en la obra de los predecesores de Campobello, sino una  colectividad paradójicamente formada por individuos que al fundirse en un todo nos dan la rara idea de algo individualizado y anónimo.

“¿No es acaso esta narrativa más cercana y más capaz de representar el absurdo de la violencia insensata que vivimos todos los días? ¿No es cierto que la violencia sin explicaciones de Campobello responde más fielmente a esta otra violencia todo abarcadora que quiere convencernos de que  ella es lo único que existe?”, afirmó la autora de “La corte de los ilusos”.

Luego de repasar las virtudes de Nellie Campobello y de ‘Cartucho’, de afirmar que ha sido una escritora injustamente relegada, pero que ha comenzado a ser estudiada y valorada, Rosa Beltrán dijo que en la célebre novela de la escritora nacida en Durango en 1900, los personajes no llaman condena a su origen de clase, no se resignan, no hay nada de qué beneficiarse.

“En ‘Cartucho’ no hay nada más que lo que hay, una violencia permanente con la que se conmuere y se convive todos los días. Esa naturalización a mi juicio es responsable de que los lectores de Nellie Canpobello sientan su obra muy cercana a la época que nos habita, una época capaz de entender lo que en el momento de su publicación y hasta hace muy poco, había sido inconcebible pero que hoy en cambio, marca nuestros días, que el mundo puede ser narrado desde la total falta de certidumbres, porque cuando ya no queda nada, se puede partir de cero. Porque cuando no queda nada nos queda la literatura”, dijo Beltrán.

Luego, su colega Gonzalo Celorio, encargado de responder el discurso de ingreso, enfatizó que el meollo del discurso de Rosa Beltrán era la vigencia de la obra de Nellie Campobello, pues dijo que la actualidad que Rosa Beltrán le imputa a “Cartucho” tiene que ver con nuestro presente que se afana en buscar en el pasado la explicación, la razón de ser, la causalidad de ser de nuestra pavorosa situación actual.

Luego se refirió a los muertos y a los desaparecidos por la violencia de la Revolución Mexicana según la mirada de Nellie Campobelo, que dijo, ya no importa si son héroes o bandoleros, todos son como decía Salvador Novo “Bandolhéroes”. Y señaló que aunque casi todos los personajes tienen nombre, hay algunos que no.

“¿Cómo nombrar, me pregunto tras la lectura del espléndido discurso de Rosa Beltrán, a los miles, a las decenas de miles de nuestros muertos de hoy?, así sea para que se reintegren después en la masa informe de donde procedían. ¿Acaso no hay literatura capaz de arrostrar empresa semejante. Nuestros muertos no son muertos, son todos desaparecidos?”, cerró Celorio su texto. Vino luego un largo aplauso a Rosa Beltrán y el cato del “Goya” universitario.

rad

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