La vida “es un collage de emociones contradictorias”, y no una continuidad orgánica, por lo que recordar la experiencia personal hace revivir la pasión y también hasta puede hacer verla como un chiste, afirmó el escritor .

El literato, quien nació en Adrogué, Buenos Aires, en 1941, fue galardonado este viernes con el Premio Formentor de las Letras 2015, y en su ausencia (debido a razones de salud) lo recibió su nieta Carlota Pedersen y su editor Jorge Herralde (Anagrama).

En una ceremonia en el Hotel Formentor, en el norte de Mallorca, en el Mediterráneo español, Marta Boadas y Simón Pedro Barceló, anfitriones de estas jornadas, entregaron el premio a Pedersen, quien agradeció en nombre de su abuelo esta distinción.

Herralde leyó un texto titulado “Las afecciones y aficiones de la literatura”, escrito por Piglia con motivo de la ceremonia de este galardón.

El autor de obras como “Respiración artificial” (1980) lamentó no poder estar en este acto, que es de los momentos en que las guerras poéticas se dan una tregua para este tipo de celebraciones, aunque después “vuelva a reinar felizmente el desorden”.

“La literatura, se sabe, es una sociedad sin Estado, su realidad es múltiple, contingente, y en fuga. Ningún poder puede obligar a nadie a que le guste un libro y tampoco puede imponer categorías entre los escritores, ponerlos en un orden, definir a uno mejor que otro”, expuso.

Para agradecer el galardón, Piglia retomó el proceso de escritura de su serie “Los diarios de Emilio Renzi”, cuya primera entrega “Los años de formación” se publicó este año, las dudas sobre cómo retomar tantos años escritos en cuadernos y lo que arrojó como resultado.

En un primer término, Renzi (personaje como se presenta Piglia) concluyó que según revisaba sus diarios se veía “por momentos un fracasado y un inútil, pero luego un cuaderno escrito cinco años antes descubría a un joven talentoso, inspirado y ganador”.

“La vida no debe ser vista como una continuidad orgánica, sino como un collage de emociones contradictorias, que de ningún modo, obedecen a la lógica de causa y efecto”, señaló.

Explicó que “no hay progresión y por supuesto no hay progreso, nadie aprende nada de su experiencia, salvo que haya tomado la precaución un poco demencial e injustificada de escribir y describir la sucesión de los días”.

“La unidad es siempre retrospectiva, en el presente todo es intensidad y confusión, pero si miramos el presente cuando ya ha pasado y nos instalamos en el porvenir para volver a ver lo que hemos vivido, entonces, según Renzi, algo se aclaraba”, abundó.

Conforme hacía la lectura y revisión de los diarios constataba que hay situaciones casi para volver a ser vividas, porque “toda experiencia es retrospectiva, un après-coup, una revelación tardía”.

Destacó que salvo dos o tres momentos de la vida “en los que la pasión define la temporalidad y fija en el presente la señal que perdura”.

“La pasión es siempre actual, es lo actual, porque se manifiesta en un presente puro que persiste como un diamante en la vida. Si se vuelve a ella no es para recordarla, sino para vivirla, ahora, una vez más, en el presente, siempre viva e incandescente”, puntualizó.

Piglia reconoció que al leer sus diarios se divierte y concluye es casi un libro cómico porque al final fueron los años de su vida los que “consiguieron el toque de humor que buscaba” y por eso de llamar a la segunda entrega de la serie de “Los diarios de Renzi” como “Los años felices”.

“Hice sin querer de mi experiencia una sátira de la vida en general y también en particular. Basta verse de lejos para que la ironía y el humor conviertan los empecinamientos y las salidas de tono en un chiste”, concluyó.

En la jornada de premiación en el Hotel Barceló Formentor, se desarrollaron también las Conversaciones Literarias a la que además de Herralde, Schavelzon y Baltasar se sumaron los escritores Eduardo Becerra, Juan Antonio Masoliver y Pola Olioxarac, entre otros.

El 8 de junio pasado, el jurado del premio, integrado por Basilio Baltasar, el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, y los escritores, Félix de Azúa, José Ángel Gonzalez y Marta Sanz, anunció el galardón para Piglia dotado de 50 mil euros.

El jurado reconoció al escritor argentino “como autor de una obra narrativa que se desenvuelve armónicamente entre la originalidad y la cultura popular, y la tradición más exigente” que se sitúa por encima del proceso de desliteraturización que padece la novelística actual”.

“La obra de Piglia orquesta como pocas un homenaje a la diversidad y traducibilidad de los relatos del mundo, y ha elevado a rango estético de primera magnitud el hablar de literatura y departir de escritores”, explicó el jurado en su acta.

Asimismo, destacó que “el talento, el ingenio y la audacia con que ha sabido sostener ese universo paralelo de lo literario en el que por fortuna se puede vivir gracias a escritores como Ricardo Piglia”.

El premio Formentor de las Letras fue ganado en su primera etapa por Samuel Beckett y en 1961; Witold Gombrowicz en 1967; y en la nueva etapa en 2011; en 2012; Javier Marías en 2013; y en 2014.

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