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Abuso mutuo. Ensayos e intervenciones sobre arte postmexicano 1992-2013 está estrictamente dedicado a ensayos y conferencias que hice tratando de pensar la situación del arte en este país, y la crítica a ciertas instituciones o ideas o discursos que estructuraban el modo de pensar local”, dice el crítico de arte y curador (Ciudad de México, 1965).

Su nuevo libro reúne 30 textos acerca del arte contemporáneo en México, la política cultural del Estado y las instituciones en un periodo que el autor delimita, por una parte, en los años en que él trabajó en la escritura e investigación -1992 y 2013- y por otra en el periodo de la implementación del neoliberalismo que, no duda en afirmar, es causa de la violencia que hoy se vive.

El libro, que publican RM y Cubo Blanco , ofrece una selección de textos realizada por Edgar Alejandro Hernández y Daniel Montero , donde Medina (a veces en coautoría) se refiere también a temas como los espacios independientes en México; al ejercicio artístico de creadores como Francis Alÿs , Teresa Margolles y Santiago Sierra ; a los riesgos de la categoría del arte joven. Abunda en asuntos como la permanencia de una política cultural “ministerial” y “vasconcelista” que ha derivado en la secretaría de Cultura; a la falta reglas claras de operación en los museos del Estado. Y cierra con la historia de cómo es que la obra de Teresa Margolles, en la Bienal de Venecia de 2009 , desafió la convención de lo que un pabellón debía ser.

La presentación de la obra se realizará a las 12 horas de este sábado, en la sala Ádamo Boari del Palacio de Bellas Artes, con las participaciones de José Luis Barrios, Edgar Alejandro Hernández, Daniel Montero y el autor.

Medina, quien considera que este libro podría dar pie a otros, a una especie de colección sobre sus ensayos, afirma que algunos de los textos en “Abuso mutuo” tratan de elaborar ciertos momentos de "desplazamiento", por ejemplo, la crisis que el neoliberalismo produjo en la vida social y política mexicana de los años 90,y la forma como "las artes contemporáneas negociaban ese momento de quiebre".

Medina, quien es curador en jefe del MUAC , halla una constante en los textos, la de entender las obras de arte como “disparadores de reflexiones de fragmentos sociales”. Ver el conjunto le mostró la continuidad de muchas preocupaciones, temas acerca de los cuales él y otros alertaron: "No pasó desapercibido lo que estaba ocurriendo, no falló la crítica social".

Una de esas preocupación fue y ha sido la de “liberar a las instituciones culturales mexicanas de su lógica ministerial, su impronta vasconcelista soviética, lo que no ocurrió”. Y abunda en el tema: “Muchos nos opusimos a crear una secretaría de Cultura, porque es una cosa que va en contra de lo que pensamos de dar a los espacios culturales presupuesto publicitado, autonomía y tiempos claros de gestión”.

Los ensayos de Medina muestran que muchas situaciones no han cambiado en la relación del artista con el Estado: “Muchos textos y obras de arte a comienzos de los años 90 planteaban un cuestionamiento del vacío conceptual de esa modernización. Un resultado es que hubo una situación de genocidio normalizado o de normalidad genocida”.

Pero también recuerdan la base del surgimiento de las instituciones de cultura. Así lo expone: "La base ministerial presidencialista del aparato federal mexicano no cambió. Con el fraude, tras la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas, hubo una crisis muy seria de las relaciones entre el gobierno del aparato intelectual. Es materia histórica que el Conaculta y el FONCA fueron en su momento los medios con los que se generó un nuevo contrato con la clase intelectual, particularmente con el grupo de Octavio Paz y el grupo Nexos. En ese nuevo pacto es básico lo que pasa ahora: separar la cultura de la educación, y una consecuencia de eso es que el aparato educativo nacional no contiene elementos artísticos, y otra es generar una centralización de gestión. La centralidad tiene el defecto de escoger artistas oficiales que no son funcionales críticamente y que se movilizan para presionar, a través de la secretaría de Cultura, a directores de museos. Cada seis meses lo vemos".

Es por eso que enfatiza la necesidad de definir mecanismos de planeación autónomos en los museos, para con ello evitar que “se meta mano para censurar obras, desestabilizar directores o vimponer el prestigio presidencial a la lógica de interés cultural", sostiene Medina.

nrv

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